Salarios de 1 euro por hora o jornadas de 12 horas siete días a la semana. Una explotación laboral que en principio se identifica con el tercer mundo pero que también está extendida en la Europa rica del siglo XXI, según denuncia la propia Unión Europea en un informe hecho público ayer.
“Es habitual la explotación laboral grave de trabajadores que se han traslado dentro o a la UE, aunque a veces se mantiene invisible al público”, sentencia la investigación realizada por la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la UE, con sede en Viena.
Este es el primer análisis a fondo de la explotación laboral en la Unión Europea, que no sólo afecta a ciudadanos de terceros países, sino también a comunitarios que han emigrado a otros países de la UE.
El documento menciona casos que van desde lituanos que recogen fruta en campos ingleses, portugueses que construyen carreteras en Holanda o norcoreanos que trabajan en astilleros polacos.
Lo que esos trabajadores tienen en común es sufrir situaciones como “ser pagados 1 euro o menos la hora, trabajar 12 horas al día seis o siete días a la semana, ser alojados en duras condiciones o no permitírsele tomar vacaciones”.
La agencia señala que la globalización tiene mucho que ver con la explotación laboral. Así, la disposición de un trabajador a aceptar condiciones de trabajo refleja la situación de alguien que piensa que, aun explotado en el país al que ha emigrado, está en una situación mejor que el desempleo o la pobreza que dejó en casa.
El informe también menciona la relación entre crisis económica y explotación. Expertos en Portugal señalan que la explotación, e incluso la esclavitud, estaban creciendo en ese país y en España.
Una explotación que “intereses económicos y políticos” quieren que sea invisible, especialmente en tiempos de crisis.
El informe señala que esta vulneración de los derechos humanos se da especialmente en la agricultura, la construcción, la hostelería, el servicio doméstico y la industria.
“La explotación laboral grave está ocurriendo ahora en la puerta de al lado de nuestros propios países, no en la otra punta del mundo, y debilita más y más los niveles de vida de otros trabajadores si no hacemos algo”, explica a Efe Katya Andrusz, portavoz adjunta de este organismo de la UE.