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Turquía, cerca del colapso tras meses del golpe

La fallida intentona y la purga que inició el presidente afectó los poderes democraticos. Radiografía profunda.

  • Polarización, persecución política y étnica, crisis económica, y debilidad institucional, son problemas que vive hoy Turquía. FOTO reuters
    Polarización, persecución política y étnica, crisis económica, y debilidad institucional, son problemas que vive hoy Turquía. FOTO reuters
  • Hoy se ve seriamente cuestionada la defensa heroica de su democracia, por parte de los ciudadanos turcos.
    Hoy se ve seriamente cuestionada la defensa heroica de su democracia, por parte de los ciudadanos turcos.
  • Miles de soldados golpistas podrían ser ejecutados por el régimen, si se reinstaura la pena de muerte.
    Miles de soldados golpistas podrían ser ejecutados por el régimen, si se reinstaura la pena de muerte.
  • El autoritarismo que caracteriza a Erdogan llevó al distanciamiento de la Unión Europea. FOTOS reuters y afp
    El autoritarismo que caracteriza a Erdogan llevó al distanciamiento de la Unión Europea. FOTOS reuters y afp
06 de diciembre de 2016
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Turquía en los últimos 50 años ha vivido tres golpes militares y tres intentonas. El último intento de golpe de Estado fue el 15 de julio del presente año, llevado a cabo por un puñado de militares descontentos contra las políticas del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Unos militares descontentos ante las políticas islamistas del presidente Erdogan, intentaron derrocarlo por la fuerza. En los enfrentamientos fallecieron 240 personas, entre ellos soldados, policías y civiles.

El intento de derrocar a un gobierno elegido democráticamente recibió muchas críticas y un rechazo total del pueblo turco y la comunidad internacional, pero fue mucho más condenada la purga que está haciendo el mandatario en todas las instancias del Estado.

Recep Tayyip Erdogan llegó al poder creando la bancada islamista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) como primer ministro en el año 2002, y en 2014 se convirtió en presidente de la nación turca.

Siempre ha sido un líder populista, y supo leer muy bien la necesidad religiosa de la sociedad turca que, durante muchos años, había sido gobernada por políticos laicos. Desde que llegó al poder, Erdogan inició un proceso de islamización de la sociedad y de las instituciones del Estado. Además comenzó a alejarse de la Unión Europea y a acercarse, en cambio, a las monarquías autoritarias árabes.

Desde Mustafa Kemal Atatürk, líder y fundador de la moderna nación turca, el Ejército se caracterizó por ser una institución defensora del laicismo. Nunca había permitido que gobiernos de tilde islamista estuvieran al frente.

Erdogan llegó al poder por su pasado islamista y comenzó a gobernar con esas mismas políticas. No hay que olvidar que el 99 % de población es musulmana y entre el 65 % y 70 % se considera religiosa y practicante de la fe islámica.

Desde el comienzo, el presidente turco se alió con diferentes sectores de la vida pública y de la sociedad, en especial con un movimiento religioso liderado por el clérigo Fethullah Gülen, actualmente radicado en Estados Unidos.

De aliados a enemigos

La cofradía de Gülen existe desde los años sesenta. En medio siglo de existencia ha crecido mucho, sobre todo en los últimos años, gracias a su alianza con Erdogan. La cofradía tenía miles de colegios, decenas de universidades, medios de comunicación, hospitales y miles de seguidores de todas las clases de la sociedad. Internacionalmente están en más de 170 países, dedicados a la educación, creando colegios y universidades.

Por ser más antigua que el partido del presidente, esta cofradía tenía más miembros e influencia en todas las instituciones del Estado —como Policía, justicia, educación, ministerios, alcaldías, Ejército y obviamente personas más calificadas—. Erdogan y cofradía de Gülen vivieron sus épocas de amistad y gloria entre los años 2002 y 2013. Se aprovecharon mutuamente; el presidente aprovechó la burocracia y personal calificado de la cofradía, y el Movimiento Gülen se aprovechó del poder político y de las instituciones del Estado.

Esa amistad llegó hasta el 17 de diciembre de 2013, cuando la cofradía fue salpicada por un escándalo de corrupción del círculo familiar y político de Erdogan. Pero unos días antes de que estallara ese caso, el mandatario tomó la decisión de cerrar unos centros de estudio del Movimiento Gülen.

En realidad lo que ocurrió fue que chocaron los intereses mutuos y además Erdogan comenzó ver a la cofradía como un obstáculo, con los seguidores de Fethullah ya presentes en todas las instituciones del Estado.

Erdogan le declaró la guerra abiertamente tras el escándalo de corrupción de 17 de diciembre de 2013, señalando a su grupo como un Estado paralelo y, tras el intento de golpe del 15 de julio de 2016, como un grupo terrorista incluso más peligroso que la guerrilla kurda y el Estado Islámico.

Tragedia en la República

El 15 de julio de 2016 pasó a la historia turca como otro hecho oscuro y triste —al igual que tantas otras fechas de golpes de Estado—. Un grupo de militares inconformes con las políticas islamistas de Erdogan tomaron las armas e intentaron derrocar su gobierno elegido democráticamente.

El pueblo turco mostró su rechazo saliendo heroicamente a las calles para defender la democracia. Pero los hechos posteriores también son tristes. Según el mandatario, quienes planearon el golpe fueron los militares que pertenecen a la cofradía de Gülen y unos pocos oficiales laicos. Pero según la cofradía de Gülen y muchos laicos, el que planeó el golpe fue el mismo presidente, para consolidar su poder en todos los ámbitos de la vida política, económica y social del país, y para hacer las purgas que comenzó a hacer dos días después de la intentona.

La opinión pública está dividida. Obviamente para muchos turcos conservadores que apoyan las políticas islamistas de Erdogan, detrás del golpe está dicha cofradía, el lobby judío, los grupos masónicos y principalmente Estados Unidos, porque el líder del movimiento, Fethullah Gülen, vive en esa nación desde 1999.

Desde el intento de golpe, las instituciones turcas han vivido la mayor purga de su historia. Más de 150.000 personas han sido despedidas de sus puestos de trabajo desde que tuviera lugar la asonada.

También más de 70.000 personas han sido detenidas y 30.000, entre ellas 150 periodistas, continúan arrestadas. La falta de espacio en las cárceles ha obligado a crear prisiones improvisadas en pabellones deportivos. Por este motivo, el Ejecutivo turco empezó a liberar a unos 38.000 delincuentes comunes para dejar paso a los supuestos “golpistas”.

Lo triste de esta purga es que no solo los militares golpistas fueron expulsados de sus trabajos o juzgados ante los tribunales; también profesores de primaria, médicos, enfermeros, policías, comerciantes, porteros y guardas de seguridad, docentes universitarios, estudiantes. Mejor dicho, cualquier miembro de cualquier índole de la cofradía. No importa: ser parte del movimiento, para Erdogan, es suficiente.

¿Rumbo a una dictadura?

Hoy en día la persecución se extendió contra el partido político HDP de los kurdos. Muchos congresistas, elegidos democráticamente, están detenidos, encarcelados y destituidos de sus cargos por “pertenecer ideológicamente a la guerrilla kurda”. Obviamente esas políticas son criticadas por las organizaciones internacionales y por la Unión Europea (UE).

Hasta la UE advirtió hace dos semanas al gobierno turco con suspender las negociaciones de adhesión de Turquía a dicho bloque.

Actualmente, el único partido político que hace abiertamente oposición a Erdogan es el liberal y laico CHP. Pero al mismo tiempo, muchos periódicos y canales de televisión de los laicos fueron censurados y cerrados.

El gobierno de Erdogan quiere cambiar la Constitución y el sistema político. Desde 1923, Turquía es una República Parlamentaria, pero el deseo eterno del hoy mandatario es pasar del sistema parlamentarista al presidencialista. Muchos críticos en Occidente tildan a Erdogan de querer convertirse en un nuevo sultán otomano.

Lo único cierto de la actualidad: el intento del golpe de Estado, y la posterior purga y persecución que inició el gobierno daña la imagen, la economía y estabilidad del país.

Ahora mismo, muchas personas no confían en el sistema judicial turco y ni en las instituciones del Estado. Sin lugar a dudas, es el daño más grande que la nación puede recibir.

Gracias a los atentados terroristas por parte del Estado Islámico y otros grupos, a la falta de democracia, a la intentona golpista y a la persecución, la economía turca se debilitó considerablemente. Y si la Unión Europea —y en general Occidente— comienza a distanciarse de Turquía, entonces sonarán los tambores de una caída total.

*Magister en Ciencias Políticas, experto en asuntos de Oriente Medio.

2.185
heridos, entre civiles y militares, dejó la jornada golpista del 15 de julio de 2016 en toda Turquía.
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