Soledad Acosta de Samper vivió de 1833 a 1913 y no fue una mujer de su época. Estudió, aunque fuera cosa de hombres. Escribió, aunque no fuera bien visto. Publicó, aunque la tildaran de bicho raro.
"Ser escritora en el siglo XIX era, según el imaginario de la época, transgredir una ley natural. La mujer que se diera a la tarea de probar la pluma era señalada como una especie de criatura deforme", escribió Cristina Valcke en un texto para la revista Poligramas, sobre una de las novelas más conocidas de Soledad, Dolores.
No fueron pocos los textos de esta colombiana. Más de veinte novelas, medio centenar de narraciones breves, ensayos y obras de teatro. También fue periodista y la escritura no era un pasatiempo, era su profesión.
Soledad era de carácter tímido, por lo que su esposo, José María Sampe r, también escritor, y su padre, el general Joaquín Acosta, una de las glorias de la patria, fueron fundamentales para que se decidiera a escribir y, sobre todo, a publicar. En el prólogo que hizo su esposo para el libro Novelas y cuadros de la vida Suramericana, se ve el apoyo y también los seudónimos que utilizó la autora: "La idea de hacer una edición en libro, de las novelas y los cuadros que mi esposa ha dado a la prensa, haciéndose conocer sucesivamente bajo los seudónimos de Bertilda, Andina y Aldebarán, nació de mí exclusivamente; y hasta he tenido que luchar con la sincera modestia de tan querido autor para obtener su consentimiento".
No obstante, aunque como lo dijo José María, ella estuviera lejos del interés de algún honor por sus letras, más allá del periodismo, que fue bien importante en su vida, fue rebelde. En sus letras se colaron mensajes sobre su interés por la educación y la necesidad de darle un lugar a la mujer.
El año 2013 fue dedicado a Soledad, así como 2012 fue para Rafael Pombo, 2011 para Rufino José Cuervo y 2010 para Eduardo Caballero Calderón.
El homenaje a la escritora, considerada como una de las figuras femeninas más destacadas dentro del panorama intelectual nacional y extranjero, según se lee en un artículo de la Biblioteca Nacional, apenas termina. La semana pasada la biblioteca presentó la versión digital del libro sobre José Antonio Galán que escribió y editó la autora.
Un año para recordar a una escritora que se había olvidado, si bien es importante en la historia de la literatura nacional. María, de Jorge Isaacs, se publicó el mismo año de Dolores, 1867, pero la gran novela colombiana fue María y el escritor que pasó a la historia fue Jorge Isaacs.
Bien lo dice Jacquin Strouss de Samper, presidenta del comité del año Soledad Acosta de Samper, "ella estaba tan invisible que humanizar su figura y desidealizarla resultó un paso importante para permitir el conocimiento de su vida y su obra al gran público".
Ojalá sea solo el principio para leer a la bogotana.
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