La cifra de 220 mil asesinatos entre 1958 y 2012 que reveló la semana pasada el Centro de Memoria Histórica echó sal en las heridas de un país azotado por una violencia que no da tregua y que, a pesar de la ilusión de un proceso de paz en curso, aún no termina.
Los hallazgos del informe ¡Basta Ya! muestran altos niveles de barbarie y degradación, lo que llevó al presidente, Juan Manuel Santos, a reconocer el pasado miércoles que “tocamos fondo, que la guerra se deshumanizó y nos deshumanizó”.
Aunque los investigadores reconocen que el estudio de siete años es una aproximación a la realidad y que no pretende una verdad absoluta en análisis y cifras, como en cualquier investigación hay más interpretaciones.
Para María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz, es “un esfuerzo importante como un aporte a la reconstrucción de la memoria histórica. Las cifras de víctimas y delitos nunca serán concluyentes con una confrontación irregular como en Colombia”.
Sostiene que puede haber un sobrepeso de la violencia paramilitar en los últimos 25 años porque hay más fuentes de información. Como ejemplo recuerda que la primera base de datos sobre el conflicto empezó a construirse en los años 90 con la Consejería de Paz, con hechos desde 1985.
Según Llorente, del estudio se revive el debate por los altos índices de criminalidad y homicidios en el país (entre 15 mil y 20 mil al año en promedio). “Siempre se discutió si la mayoría de asesinatos se debía al conflicto o la violencia común. Pero cuando se hace una georeferenciación se observa que en zonas de narcotráfico y recursos naturales se concentró la presencia de guerrillas y paramilitares y hay mayor cantidad de homicidios y delitos conexos”.
El estudio revela que de los 220 mil homicidios, 150 mil fueron selectivos, diferentes a los provocados por masacres, ataques a poblaciones y terrorismo. “Nueve de cada diez homicidios de civiles fueron asesinatos selectivos, las desapariciones forzadas, los secuestros y las masacres pequeñas, son los hechos que han prevalecido en el conflicto armado. Estas modalidades configuran una violencia de alta frecuencia y de baja intensidad”, señala el informe.
Alfredo Rangel, director del Centro del Seguridad y Democracia de la Universidad Sergio Arboleda, afirma que el estudio es serio y aporta, pero advierte que la cifra de víctimas puede ser mayor por los crímenes sin esclarecer. “Como estos grupos ilegales no se han desmovilizado ni confesado sus crímenes, falta conocer una enorme cantidad de delitos y víctimas de decenios de predominio de la insurgencia”.
En lo que todos coinciden es que el ejercicio de construir la memoria histórica reivindica a las más de cuatro millones de víctimas de un conflicto que no para y suma más víctimas cada día.