Más allá de los tres puntos, que siempre ilusionan al comienzo de una semifinal, de Nacional hay que resaltar dos hechos y tres personajes que fueron determinantes para derrotar 2-1 al Deportes Tolima.
Hay que aplaudir, como hecho, que después de casi tres meses el conjunto verdolaga volvió a ganar en casa. No lo hacía desde el 23 de agosto pasado cuando venció 1-0 al Cúcuta; esto significa que tuvieron que pasar seis fechas de local, mucho tiempo para un equipo grande, para que sus hinchas volvieran a salir tranquilos.
Después de 121 minutos (90 ante Pereira y 31 frente al Tolima), el conjunto paisa volvió a generar una opción clara de gol. Ese tiempo es demasiado, pero fue vital para recuperar la confianza que necesitaban los nacionalistas para funcionar mejor.
El mismo grado de importancia lo tuvieron el técnico Ramón Cabrero, el arquero Gastón Pezzuti, el mediapunta Giovanni Moreno y el volante carrilero Víctor Ibarbo.
Ramón no es mago, pero demostró la sabiduría de un viejo zorro. Con un cambio mágico, el de Yeison Devoz por Jair Iglesias (27'), que no brindaba la salida ni la seguridad que se le conoce, le dio fútbol a su equipo y la claridad que le faltaba con el balón y al afrontar el área rival.
Con tres oportunas intervenciones (un par ante Marangoni, quien abrió el marcador a los dos minutos y una a Jorge Perlaza) Pezzuti salvó a Nacional de un marcador adverso y llenó de seguridad a sus compañeros.
El que más se contagió de esa solidez fue Ibarbo, ya que se acordó del fútbol de barrio que le sirvió para llegar al verde y fue el autor intelectual de los dos goles de su elenco. El primero nació en un centro suyo a los 37 minutos para el medio taco de Giovanni Moreno, otro que subió de nivel.
Su segunda intervención, la mejor del partido, fue a los 58 cuando conduciendo la pelota con los pies y el pecho generó el rebote que capitalizó Ezequiel Maggiolo para el 2-1 definitivo a los 58.
La combinación de los dos hechos con los cuatro personajes fue tan clara que Nacional no sólo se llenó de confianza, sino que por 50 minutos, según el mismo estratega Cabrero, jugó bien al fútbol y eso es muy importante, porque hace mucho rato que no ganaba aplausos por manejar bien el balón y mostrar una cosa diferente a las simples ganas de agradar.
La intención del verde era ilusionar a sus seguidores, que parece empiezan a regresar al estadio si tenemos en cuenta que ayer fueron 22.982 aficionados. Y lo consiguió con méritos y una propuesta convincente para vencer al que era el mejor equipo del año en Colombia (por reclasificación) y para ratificar que le hacía mucha falta ganar para volver a creer en lo suyo.
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