Los retriever son susceptibles a las cataratas juveniles, mientras los pastores alemanes tienden a padecer artritis.
Muchas de las razas de perros creadas en los últimos 200 años sufren distintos problemas de salud.
Pero el mal no es nuevo. De hecho comenzó con la domesticación, cuando los lobos se fueron transformando en los perros que acompañaban a los hombres, algo así como hace 15.000 años (fecha sobre la cual existen hoy serias discrepancias entre diferentes estudios).
Eso revela una investigación aparecida en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). La domesticación y la posterior diversificación en razas pudo aumentar el número de mutaciones nocivas que portan en sus genomas los canes.
En teoría, se expresa que distintas presiones evolutivas pueden derivar en mutaciones desventajosas mientras se da la domesticación, escribieron los autores.
Uno de esos factores es la reducción del tamaño de población, un cuello de botella, que impide la capacidad de la selección natural de remover las mutaciones dañinas.
“Se tienen al menos dos cuellos de botella en la historia de los perros”, según el autor del estudio, Kirk Lohmueller de la Universidad de California, Los Ángeles, autor citado por The Scientist. “Primero con la domesticación, hace miles de años, y más reciente con la creación de razas, hace un par de cientos de años”.
El cuello formado por la domesticación derivó en un aumento proporcional de variantes en los aminoácidos en los perros en relación con los lobos y también derivó en un incremento en la carga genética adicional de aquellos”, dijeron los autores.
La mayor parte de esa carga adicional (el cambio cuantitiativo en una característica) responde por numerosas mutaciones nocivas débiles, difíciles de remover en los cuellos de botella poblacionales.