Por John saldarriaga
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Un mural de mosaico con la imagen del sumo pontífice fue instalado en el sitio de partida de la caravana papal.
Por John saldarriaga
Desde esta semana, en la Fundación San José, en el Parque Obrero, de Boston, hay un nuevo habitante. Se trata del Papa Francisco, que hace presencia en su fachada, con un mural.
Es un mosaico elaborado por el artista Iván Darío Gil, con asistencia de su hijo José Daniel.
Como ocurre con los murales hechos con estas dimensiones y en material cristanac, un tipo de baldosa cristalizada, los artistas no vieron el resultado final antes que los espectadores. No tuvieron ese privilegio.
En su taller, situado en un sótano del sector de Naranjal, no les hubiera cabido semejante imagen.
De acuerdo con José Daniel, ellos tomaron una fotografía, la ampliaron al tamaño definitivo, 50 metros cuadrados, y lo imprimieron en papel. Y eso fue lo que vieron de la imagen de Francisco.
Luego dividieron esa impresión en cuadrículas. Cada cuadrito vendría a ser una baldosa de cristanac. Las numeraron. Las de la primera fila tenían una letra y un número: A1, A2, A3 y así sucesivamente. Las de la segunda fila, con la letra B: B1, B2, B3. Y así hasta la U: U1, U2, U3...
Cuando se trabaja en mosaico, los artistas no tienen que pintar el mural, sino buscar los colores y los tonos que sirvan para cada punto de la obra. Así, la figura del religioso, su rostro, sus ropajes, todo, con sombras y luces, lo logran con la variedad cromática que ofrece la industria, puesto que este material es usado para los enchapes de los baños, los patios o las cocinas de las casas.
Los albañiles encargados de pegar las baldosas recibían cajas con las piezas numeradas, que debían poner en orden. Los transeúntes no veían más que una pared café, porque las baldosas estaban cubiertas con un cartón, para que no se perdiera la sorpresa.
Esta semana, tras días de secado, bastó con pasarle agua a la pared y los cartones se fueron desprendiendo durante el día y fue apareciendo la imagen del primer papa de habla hispana.
La gran ventaja de los murales en mosaico, dice José Daniel, es que tiene una resistencia a los elementos naturales, la lluvia, el viento, el sol, como casi ningún otro material.
Y que no requiere mantenimiento. Solamente lavarlo con agua y jabón y ya está. Tampoco hay que restaurarlo después. Ni los colores ni el brillo de material cristalino se pierde con el paso del tiempo.
La idea surgió de los artistas. Ellos se la propusieron a la Curia a principios de año, cuando se supo de la visita a Medellín. Esa entidad eclesiástica estuvo de acuerdo y suministró la fotografía.
Los artistas están a la expectativa de lo que dirá el Papa sobre el mural. De la Fundación San José saldrá la procesión que Francisco presidirá en el papamóvil.