Por OLGA PATRICIA RENDÓN MARULANDA
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El último día del Papa Francisco en Colombia fue dedicado a los pobres, su mensaje de amor, bendición y cuidado marcó su agenda en la heroica.
El Papa Francisco bendijo a niños enfermos durante su visita a la heroica, donde conoció de cerca las condiciones de extrema pobreza en las que viven miles de personas.
FOTOs AFP
Una gran multitud de personas llegaron a ver al Vicario de Cristo en todas las actividades realizadas en la heroica.
FOTOs Esteban Vanegas y AFP
En su mensaje de despedida Francisco agradeció al Gobierno y a los feligreses la acogida durante estos cinco días. El presidente Santos le entregó la paloma de la paz que lo ha acompañado desde la firma del acuerdo, porque “ahora la paz vuela sola”. A las 7:00 p.m. el Sumo Pontífice abandonó el país.
FOTO Esteban Vanegas
Por OLGA PATRICIA RENDÓN MARULANDA
“Ustedes me han hecho mucho bien”, dijo Su Santidad al despedirse, tras cinco días en territorio colombiano. Su mensaje de amor, reconciliación y esperanza aún resuena.
Francisco no escatimó en tiempo, entregó a los feligreses todo lo que pudo, incluso, en la mañana de ayer sorprendió a los bogotanos con un recorrido más en papamóvil, antes de viajar hacia Cartagena, que lo esperaba engalanada bajo la lluvia.
Sus últimos mensajes estuvieron dirigidos a los pobres. El Angelus, que usualmente se reza en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, fue trasladado a la Iglesia San Pedro Claver, llamada así en honor al jesuita español conocido por su defensa de los esclavos africanos que llegaban al nuevo continente.
El Papa recordó que “todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.
Así que invitó a trabajar por la dignidad de todos los hombres y mujeres, en especial por los pobres y descartados de la sociedad, por aquellos que son abandonados, por los migrantes, por los que sufren la violencia y la trata. “Todos ellos tienen su dignidad y son imagen viva de Dios. Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y a todos nosotros, la Virgen nos sostiene en sus brazos como a hijos queridos”, agregó.
En Cartagena, el primer papa latinoamericano eligió ir a dos lugares simbólicos de la desigualdad social: la casa del santo y el barrio San Francisco.
Dijo, entonces, el vicario de Cristo que los feligreses debían aprender de San Pedro Claver, quien “muchas veces los atendía (a los esclavos negros) solamente con gestos evangelizadores, por la imposibilidad de comunicarse, por la diversidad de los idiomas. Sin embargo, Pedro Claver sabía que el lenguaje de la caridad y de la misericordia era comprendido por todos, incluso cuando repugnaban, porque pobrecitos venían en un estado terrible, él les besaba las llagas”, agregó.
San Pedro Claver “ha testimoniado en modo formidable la responsabilidad y el interés que cada uno de nosotros debe tener por sus hermanos”.
Y es que precisamente, el mejor recibimiento lo tuvo el Papa en el barrio San Francisco. “Francisco/ Eh/ Francisco/ Eh/ dale esperanza a Cartagena”, retumbaban los cánticos de los cartageneros para amenizar el ambiente en el que personas de todas las edades celebraban esta visita.
Decenas de teléfonos celulares se alzaron al paso del pontífice, algunos querían fotos del Papa que saludaba sonriente a la multitud y otros se acomodaban para tomarse selfies a su paso, mientras en el parque central, al frente de la humilde iglesia de la parroquia San Francisco de Asís empezaba un homenaje al que asistieron las menores de edad del programa Talitha Qum.
“Estamos en una de las zonas más pobres de la ciudad”, afirmó el sacerdote Elkin Acevedo Carrasquilla, párroco de San Francisco, quien dio al Papa la “bienvenida a los barrios de la periferia de la ciudad”. Muy rápidamente, Francisco dio la vuelta en el papamóvil, pero quienes lo vieron aseguran que esos escasos minutos no los olvidarán jamás.
La agenda de Su Santidad era apretada, debían cumplirse cada uno de los actos programados y el paso del vehículo papal por en medio de la multitud hacía que todo se retrasara. Justamente, por el afán del Papa de saludar y bendecir a todos los que salieron a verlo en un accidente golpeó una esquina del papamóvil con su rostro, unas gotas de sangre brotaron de su ceja, sin embargo a los pocos minutos dijo, jocosamente, “me he dado una puñalada, estoy bien”.
Doña Lorenza María Pérez vivió la dicha de su vida, esta matrona de 77 años recibe cada día a 85 niños a los cuales alimenta en ese barrio y su casa fue la seleccionada para que Francisco hiciera una oración. Su bendición quedó con ella, y en su recuerdo permanecerán las palabras del Papa cuando le dijo: “Lorenza, usted vale mucho”, después de que con hielo y una tirita le sirviera de enferma.
“Desde esta ciudad, la sede de los derechos humanos, hago un llamado para que se rechace todo el tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la crisis grave que se está viviendo y afecta a todos, especialmente a los más pobres y desfavorecidos de la sociedad”, añadió el Santo Padre.
Y, durante la homilía en Contecar, frente a 450.000 personas Francisco volvió a hablar de paz y reconciliación, y condenó el narcotráfico como una “lacra”.
“Si Colombia quiere una paz estable y duradera, tiene que dar urgentemente un paso en esta dirección, que es aquella del bien común, de la equidad, de la justicia, del respeto por la naturaleza humana y de sus exigencias. Solo si ayudamos a desatar los nudos de la violencia, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros”.
Ya el clima había cambiado, el cielo estaba despejado y 31° centígrados acompañaron las últimas horas del anhelado Papa Francisco en Colombia.
Su visita dejó un inmenso mensaje entre quienes lo siguen y también dejó un buen registro de colombianos que se portaron mucho mejor mientras pisó estas tierras. De acuerdo con el general (r) Óscar Naranjo, vicepresidente de la República, los homicidios se redujeron 60 %.
Ya en el aeropuerto, cuando estaba próxima a llegar la noche, el Papa argentino se despidió del país: “Han sido días intensos y hermosos en los que he podido encontrar a tantas personas, y conocer tantas realidades que me han tocado el corazón. Ustedes me han hecho mucho bien”.
Dejó un último mensaje a los colombianos a quienes invitó a no quedarse con el primer paso, sino a seguir avanzando. Y como siempre al terminar cualquier mensaje pronunció: “Por favor, no se olviden de rezar por mí”. Tomó el avión con rumbo al Vaticano mientras miles de fieles católicos quedaron con un taco en la garganta mientras vieron marcharse al Papa al que tal vez nunca volverán a ver de cerca.