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Los rines, como se conocen en Colombia, o las llantas, como se refieren a este elemento en países como España, cumplen una labor importante en la operación del carro y en la seguridad en el desplazamiento.
Es el punto de contacto entre el neumático y la transmisión del automotor no solo como factor que garantiza eficiencia en la movilidad, también como un elemento que, con un correcto funcionamiento, brinda seguridad para los ocupantes y para otros actores de la vía.
El diámetro de esta pieza metálica se mide en pulgadas, y en la actualidad la medida más común para los vehículos livianos, los automóviles, está entre 14 y 16 pulgadas, dejando los rines de 13 solo para el servicio público como los taxis, por cuestión de costos.
Este elemento, señala Hernando Echeverri, gerente de Macrollantas, debe ser resistente, pero también liviano, en promedio 15 kilos, para no incidir de manera importante en el consumo de combustible. Por eso en su construcción las aleaciones de aluminio y otros metales son las más usadas.
Además, con el desarrollo tecnológico los vehículos adquieren también una mayor potencia y velocidad, y detenerlos se convierte en un factor crítico. Por eso la aireación de los frenos es fundamental, y se logra en buena medida con un diseño de rines abiertos, por lo general en forma de aspas que permiten el flujo de aire adecuado para mantener los frenos en una temperatura óptima para su operación eficiente y rápida.
Con la tendencia del tuning, así sea de manera suave, los rines son la primera pieza que se transforma o cambia. En esto, el consejo de los expertos es claro: una modificación en las medidas del rin debe hacerse con sumo cuidado, porque un exceso conlleva cambios en el comportamiento del carro que afectan su potencia, su torque y elevan el consumo de combustible al desarrollar un mayor recorrido por cada giro de las llantas sobre la vía.
Francisco Muñoz, asesor técnico de Marllantas, explica que cuando el propietario del vehículo decide cambiar la configuración de sus rines tiene que tener en cuenta el conjunto de medidas de la llanta y el rin, es decir el ancho de la llanta, su perfil y el diámetro total desde el piso hasta la parte más alta de la misma.
“Cualquier cambio en estas medidas no puede exceder el 3 por ciento de la medida original como piso o como techo, para que el comportamiento del carro no sufra variaciones”.
De todas formas, plantea Muñoz, antes de hacer el cambio es conveniente la asesoría con personal experto que analice también el diseño del vehículo, porque en algunos casos los espacios donde se alojan las llantas no facilitan el desarrollo de esos cambios.
Siempre el cambio de medida del rin implica también una modificación en el perfil de la llanta, la distancia que hay entre el rin y la parte externa de la goma, y es común que este cambio implique una reducción, que se refleja en una llanta más delgada.
Esta reducción del perfil debe ir acompañada, casi siempre, de mejorar el sistema de suspensión para que el carro no pierda las condiciones de confort que presenta en su diseño original, ya que unas llantas de menor perfil transmiten con mayor rudeza las imperfecciones que se registran a lo largo de la vía.
El mejor mantenimiento que se puede brindar para garantizar la vida útil del rin es el balanceo. Este procedimiento debe realizarse cada 5 mil kilómetros de recorrido en promedio, aconseja Francisco Muñoz.
El balanceo permite que el giro de la llanta sea lo más centrado posible, evitando vibraciones sobre la dirección del vehículo. También permite saber si el rin está descobalado y si así es, tomar correctivos.
¿Puede repararse un rin? En algunos casos, cuando ha sufrido algún golpe leve, es posible repararlo y recuperarlo, pero cuando ya se presentan fracturas en este elemento, la indicación es clara: “es mejor cambiarlo por motivos de seguridad”, explica Hernándo Echeverri.