Fueron 18 años en los que no le encontraba demasiado gusto a un deporte en específico, pero un día, ya ni recuerda cuál, pasó por una prendería y se enamoró de una bicicleta blanca. “¿Cuánto vale?”, preguntó Santiago David Obando. “350.000 pesos”, le respondieron. Reunió la plata y se hizo a su compañera inseparable.
Ese enamoramiento a primera vista generó frutos rápidos: la subida a Minas les dio lazos profundos a la bicicleta y a Santiago. No importa el cansancio que producen las madrugadas a estudiar -se forma en Mecánica Industrial- y todas las tardes, sagradamente, sale a montar durante dos o tres horas.
Ayer, en el Clásico EL COLOMBIANO-Inder Medellín-Movistar, encontró la oportunidad de correr en su primera competencia. Y, además, de conocer un reto más exigente que el convencional Minas. Se levantó a las 5:30 a.m., se comió una arepa con huevo, acompañada de un chocolate con granola, cogió su fiel amiga y llegó con ella al parque de Envigado.
El más joven de los 255 inscritos en la competencia de ayer arrancó con muchas ilusiones la escalada a El Escobero. Y se dio cuenta, 10.5 kilómetros después, que había realizado la carrera más dura de su corta vida ciclística. “Esta subida es diferente, tiene mucha inclinación y el frío era bastante, pero estoy muy alegre por superar este reto”, expresó resoplando sobre su bici ya en pleno alto.
Otra motivación extra fue que sus padres, mientras él dejaba hasta la última gota de sudor, caminaban por la zona boscosa de El Escobero. “Ellos me dieron ánimo cuando me estaba quedando en el último kilómetro, fue fundamental”.
Sabe que su juventud y enfrentar la travesía que propuso el Clásico, le pueden augurar un futuro lleno de éxito sobre la bicicleta, y más porque lleva apenas un año y llegó con buen ritmo al alto. David fue otro que explotó sus virtudes y su juventud en la fiesta deportiva.