Como “en algún lado había que hacer el corte”, la exposición y el catálogo Panorama de la Caricatura en Antioquia en el siglo XX, llegó hasta los dibujantes nacidos en 1940 y realizaron sus obras hasta final de la centuria.
Así lo explica uno de los investigadores, el escritor Jairo Morales Henao, quien encontró esta veta, el tema del humor gráfico en el departamento, cuando dirigió la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto y recibió para administrar, entre ese patrimonio cultural, la investigación de Luz Posada de Greiff.
En 1987, esta bibliotecóloga, integrante de la Academia Antioqueña de Historia, había buscado e inventariado caricaruristas de la región, que divulgaron sus obras en los medios locales, como parte de un conjunto de indagaciones similares propiciadas por el Banco de la República, que se publicaría por regiones.
Pero el ejercicio correspondiente a Antioquia no se publicó, por razones que el mismo Jairo desconoce. Sin embargo, el trabajo de la historiadora quedó como una de las exposiciones de la Sala Antioquia.
Veintidós caricaturistas quedaron incluidos en este libro, con el que la Sala Antioquia celebra 30 años de existencia. La historia comienza con Ricardo Rendón, el de los Panidas. Su obra hace parte de la exposición, pero no del libro, porque, dice Jairo, “es el caricaturista colombiano a quien más se han dedicado libros y artículos, y no tendríamos nada esencial que agregar a lo ya dicho y mostrado”.
Destaca el trabajo de artistas que tuvieron en la caricatura alguna presencia, como Eladio Vélez, Guillermo Jaramillo Vélez y Horacio Longas.
Ir a la exposición
Rendón fue caricaturista de El Tiempo, en Bogotá. A su muerte, Longas, quien publicaba en EL COLOMBIANO, lo sucedió.
“En la primera mitad del siglo —indica Morales Henao—, existía la idea de que la caricatura era un arte menor. Los artistas, en general, las hacían porque las pagaban de inmediato en periódicos y revistas”. Y cuenta que, cuando hacían la investigación, visitaron a Jaramillo Vélez, octogenario ya, y negó ser el mismo que hubiera hecho algunas caricaturas, aunque “todos los indicios apuntan a que, en efecto, lo fue”.
Pasa por Velezefe, Luis Fernando Vélez Ferrer, quien durante muchos años fue el caricaturista de EL COLOMBIANO.
“Conocí a Velezefe —dice Ramiro Velásquez, periodista de temas científicos—. Era un hombre muy lector de literatura, de política; de todo. Por la mañana hacía los bocetos a lápiz sobre cartulina de la caricatura editorial, la sometía a juicio de los jefes de redacción y por la tarde la terminaba en tinta. La mostraba a todos desde la víspera”.
El catálogo cierra con Elkin Obregón, humorista gráfico en EL COLOMBIANO y El Mundo y célebre por sus Grafismos y la tira cómica Los invasores.
“Si de alguno de los maestros del humorismo gráfico recibimos influencia los de mi generación y los de las posteriores es de Elkin Obregón —reconoce el caricaturista Esteban París—”. Menciona entre los seguidores de la obra de Obregón, además de su nombre, los de a Mico, Chócolo, Válmez... “Obregón es el punto de partida de muchos de nosotros”, dice París.
Y el propio Obregón, desde la silla donde vive, dice: “En este catálogo extraño a Rendón y a Pepe Mexía, quienes con Longas son los caricaturistas clave del siglo pasado”.
Y agrega: “Me va a tocar ir a ver la exposición, porque tengo curiosidad de saber de quién es una caricatura de un hombre negro, flaco muy alto, de sombrero y de saco medio puesto que aparece en la portada del libro. Es una obra bellísima, pero ignoro de quién es. Allá debe estar el dato”.
