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El arte urbano se valoriza

El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece.

  • El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
    El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
  • El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
    El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
  • El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
    El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
  • El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ
    El grafiti vibra en las paredes de la ciudad, pero también en las galerías. Una manifestación de sentir popular que aporta más de lo que parece. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ

Siguiendo los pasos del célebre Banksy, cuyas obras rondan entre los 5.000 y 40.000 dólares, se han valorizado en el mercado nombres como el de Keith Haring, un artista newyorkino que falleció en 1990 víctima del VIH/sida y elaboró parte de su obra en torno a esta temática. Los coleccionistas también buscan con ahínco piezas urbanas de Jean-Michel Basquiat. Las obras que se venden son reproducciones con un certificado de autenticidad donde se incluye la fotografía del original, pues no suelen durar mucho tiempo, y un texto donde se describen las reacciones que causaron en el público.

A TVBOY, un artista italiano residente en Cataluña que tuvo algunas de sus obras exhibidas en la edición 2017 de ArtMed, le gusta poner sus piezas más polémicas en sitios estratégicos para despertar reacciones en el público, así se exponga a que duren poco, pues considera que uno de los propósitos del arte urbano es llevar a la reflexión. “En Cataluña cuando tuvimos el referéndum y había mucha crispación hice un póster donde se besan el presidente catalán con el presidente español y no duró nada, luego salió en la televisión que lo había quitado una persona que dijo lo hacía por el bien de la ciudad. Es normal cuando una obra es política y va a molestar la sensibilidad de alguien importante que la quiten, pero ya solo con la documentación en internet la obra vive”, explicó en entrevista telefónica.

Una de las características del arte urbano es que es efímero, los artistas en el mundo pocas veces consiguen los permisos para intervenir paredes y tampoco suelen volver a sus obras para protegerlas del paso del tiempo. Artistas polémicos como TVBOY están acostumbrados, sin embargo, no todo el arte urbano está pensado para levantar ampolla y por eso resulta más doloroso cuando una obra de potencia estética termina debajo de pintura blanca, como sucedió en el barrio La Candelaria de Bogotá, donde se repintaron 400 fachadas en una iniciativa que quería recuperar el espacio público, pero no supo distinguir entre las pintadas vandálicas y las obras de firmas como Seta Fuerte, Datura, Likmi y Rodez, que incluso los mismos comerciantes financiaron con la idea de promover un tour de arte urbano por el centro histórico. En Medellín no es el caso, el Graffitour de Casa Kolacho en la Comuna 13 se ha convertido en un recorrido obligatorio para los turistas que visitan la ciudad e iniciativas como Pictopía, el foro de arte urbano de Medellín, que ayudan a transformar espacios como el centro, algo prioritario en la agenda de la administración local.

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Felipe Jaramillo, director de Pictopía, afirma que con el tiempo, la ciudad ha aprendido a valorar el arte urbano y a ver al grafitero como un ciudadano más que puede manifestarse en el espacio, por eso no teme que pase algo como lo que sucedió en Bogotá con las obras que se hicieron en la edición 2017 del Festival. “En un evento del Festival pintamos una pared de ochenta metros de ancho por cinco de alto con diez mujeres artistas internacionales en una gran obra que al mes fue borrada por una vecina que alegaba que el espacio era de su propiedad, pero en realidad era espacio público donde se había invertido recursos públicos, y se ganó un problema con la comunidad”, contó Felipe, quien se alegra del cambio de mentalidad del público general con respecto al arte urbano, pues lo valoran, lo cuidan, y los artistas tienen oportunidades para expresarse sin dañar inmuebles u obras de otros.

Benito Padilla, de la galería Imaginart Barcelona que trajo la obra de TVBOY a Medellín, considera que una de las tendencias más importantes en el futuro de la venta de arte es el urbano, él mismo ya ha organizado varias exposiciones alrededor del tema en su galería y tiene entre su programación una exposición solo de mujeres. Sobre lo efímero de las obras y la actitud de los gobiernos hacia ellas, emite una reflexión: “En Barcelona en los años ochenta Keith Haring hizo un mural fantástico de ocho o diez metros y el ayuntamiento lo quitó, le molestaba, ahora, casi cuarenta años después pusieron una réplica porque tuvieron que reconocer el valor plástico, estético y el interés histórico que había tenido la obra de Haring en la ciudad”.

Aunque el gusto por las diferentes manifestaciones del arte muchas veces es subjetivo, se debe mantener la mirada abierta para entender que el arte urbano es una manifestación de sentir popular y puede llevar al público a acercarse a espacios relegados de la ciudad e incluso al arte en sí, necesidades latentes en nuestro contexto. El grafiti hace más por la ciudad que lo que le resta, una lección que no se puede olvidar.

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