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Las peleas que divorciaron a Uribe y Santos

  • Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez. FOTO Colprensa
    Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez. FOTO Colprensa
  • Vicepresidente de Colombia, Germán Vargas Lleras. FOTO Colprensa
    Vicepresidente de Colombia, Germán Vargas Lleras. FOTO Colprensa
  • El presidente venezolano, Hugo Chávez, y su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos. FOTO Cortesía
    El presidente venezolano, Hugo Chávez, y su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos. FOTO Cortesía
  • FOTO Colprensa
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    FOTO Colprensa
05 de octubre de 2016
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Este miércoles, después de 2.251 días, el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe se volvieron a estrechar las manos. La última vez fue en la posesión presidencial de Santos, un triunfo que no habría logrado sin el apoyo unánime del líder antioqueño y la promesa de continuar con la política de seguridad democrática.

Ese día, Santos comparó a Uribe con el mismísimo Simón Bolívar. “Usted -le dijo el bogotano al paisa- fue un segundo Libertador, al devolvernos a los colombianos la esperanza”.

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¿Pero cómo es que estos dos hombres que trabajaron juntos en la lucha militar contra las Farc, que liberaron a Ingrid Betancourt y que lograron derrotar a Mockus cuando era el más popular en las redes sociales, se convirtieron en enemigos aparentemente irreconciliables, en las caras opuestas de la moneda?

Estos son algunos de los rifirrafes y desencuentros que deterioraron la relación Santos-Uribe, y por ahí derecho polarizaron al país en dos bandos que hoy defienden o atacan el acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc.

Vicepresidente de Colombia, Germán Vargas Lleras. FOTO Colprensa
Vicepresidente de Colombia, Germán Vargas Lleras. FOTO Colprensa

Vargas Lleras y Juan Camilo Restrepo, la manzana de la discordia

La primera diferencia entre Juan Manuel Santos, recién llegado a la Presidencia, y Álvaro Uribe, cuyo eco todavía vibraba en la Casa de Nariño, fue el nombramiento de Germán Vargas Lleras y Juan Camilo Restrepo como ministros. Aunque ambos fueron duros críticos del gobierno de Uribe, Santos les pidió ser sus ministros de Vivienda y Agricultura, respectivamente.

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Incluso, dos años después, el mismo Uribe reconoció que esos nombramientos fueron la manzana de la discordia de la relación y proclamó, a través de su activa cuenta de Twitter, que el gobierno de Santos quería ocultar “con disculpas burocráticas el abandono del rumbo que lo eligió”.

“El nombramiento de ministros Vargas Lleras, Juan Camilo Restrepo y Rafael Pardo fue la manzana de la discordia en el rompimiento Uribe/Santos”, fue el mensaje del periodista Luis Carlos Vélez que Uribe retuiteó desde su cuenta en la red social, el 11 de abril de 2012.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, y su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos. FOTO Cortesía
El presidente venezolano, Hugo Chávez, y su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos. FOTO Cortesía

Hugo Chávez, el ‘florero de Llorente’

Si algo desató el descontento de Uribe con su sucesor fue el restablecimiento de las relaciones con Venezuela, una de las primeras medidas de Santos como presidente.

Solo tres días después de su nombramiento, el 10 de agosto de 2010, el jefe de Estado colombiano se reunió con Hugo Chávez en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta. En la reunión, los mandatarios acordaron restablecer las relaciones diplomáticas entre los países vecinos, e incluso Santos dijo que Chávez era su “nuevo mejor amigo”.

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A Uribe, quien había roto las relaciones con Venezuela por sus diferencias irreconciliables con el gobierno de izquierda, la noticia le cayó como un baldado de agua fría. El expresidente insistió en que Chávez protegía a los terroristas de las Farc y los ocultaba en su territorio de la Fuerza Pública colombiana.

FOTO Colprensa
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Ley de Víctimas

El 24 de mayo de 2011 el Congreso aprobó la Ley de Víctimas, una norma sin precedentes que buscaba la reparación material y simbólica de las víctimas del conflicto armado en Colombia.

El expresidente Álvaro Uribe fue el primero en criticar la decisión, no porque estuviera en contra de la reparación administrativa de las víctimas, sino porque la Ley reconocía por primera vez la existencia del conflicto armado en Colombia -hasta entonces se había tratado a las Farc como una amenaza terrorista-.

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El objetivo de definir la confrontación como conflicto armado era evitar que se colaran personas afectadas por la delincuencia común en los procesos de reparación. Sin embargo, para Uribe, las Farc -y demás grupos armados- debían ser tratadas como criminales.

“Quienes amenazan contra la vida, honra y bienes de la población civil no están en conflicto con el Estado. Son una amenaza criminal” y “No hay razón legal para vincular reparación de víctimas con reconocimiento de terroristas”, fueron algunos de los trinos con los que Uribe criticó la iniciativa de Santos.

FOTO Colprensa
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Proceso de paz, la gota que rebosó el vaso

Hasta ese momento las críticas de Uribe al gobierno de Santos se habían quedado en la esfera bulliciosa de las redes sociales. De hecho, en abril de 2011, Santos aseguró que mantenía las mejores relaciones con el “presidente Uribe” y que todos los comentarios del exmandatario eran bienvenidos. “No nos inventen peleas que no existen”, dijo el jefe del Estado colombiano.

Sin embargo, la gota que rebosó el vaso y que deterioró definitivamente la relación entre entre Santos y Uribe llegó en agosto de 2012, cuando el expresidente reveló en un acto público en la ciudad de Sincelejo que el Gobierno mantenía conversaciones secretas con la guerrilla de las Farc.

“Incomprensible esto: deterioro de la seguridad y el Gobierno negociando con el grupo terrorista de las Farc en Cuba. Y Chávez protegiendo a las Farc”, dijo Uribe.

Inmediatamente, las declaraciones de Uribe fueron desmentidas por el ministro de Defensa y la canciller María Ángela Holguín, pero el rumor siguió corriendo hasta que, a finales de ese mes, Santos aceptó públicamente que estaba negociando con las Farc.

FOTO Colprensa
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El Centro Democrático, divorcio definitivo

Después del atentado al exministro Fernando Londoño en mayo de 2012, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe partieron cobijas definitivamente, cuando este último se distanció el partido de La U, que lo llevó a la Casa de Nariño por segunda vez.

Siete meses después, un nuevo movimiento político liderado por el expresidente, al que llamaron Centro Democrático, veía la luz bajo el lema “Mano firme, corazón grande”.

En las elecciones presidenciales de 2014 fue Óscar Iván Zuluaga, candidato del Centro Democrático, quien puso a tambalear la reelección de Santos y, por ahí derecho, la continuidad del proceso de paz con las Farc.

Además: Los cinco puntos del Centro Democrático

Antes de la segunda vuelta electoral, Santos aseguró en una entrevista que estaba dispuesto a reconciliarse con Uribe, “porque esto no le conviene ni a él ni a mí”. “Añoraría que eso sucediera”, dijo el mandatario.

Si Santos hubiera podido prever el limbo político en el que cayó el proceso de paz tras el No de los colombianos en el plebiscito, tal vez se habría esmerado desde hace dos años en mejorar su relación con el expresidente Uribe.

En cambio, la distancia entre los dos líderes se hizo cada vez más grande y los dardos del expresidente al proceso con las Farc no han cesado. Hasta el día de hoy.

Parece que la paz de Colombia depende de que Santos y Uribe se estrechen las manos y hagan las paces entre ellos mismos.

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