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El monumento a la paz que nunca ha sido

Con las armas de las AUC se iba a hacer un monumento que no aparece. Se espera que con las que dejen las Farc se construyan tres en el país.

  • Este es el estado actual de las armas fundidas de las AUC. El material está guardado en la bodega Polo Norte de la Alcaldía de Medellín en un espacio a cielo abierto. FOTO Julio Cesar Herrera
    Este es el estado actual de las armas fundidas de las AUC. El material está guardado en la bodega Polo Norte de la Alcaldía de Medellín en un espacio a cielo abierto. FOTO Julio Cesar Herrera
El monumento a la paz que nunca ha sido
31 de julio de 2016
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Las armas de los grupos paramilitares que se desmovilizaron colectivamente entre 2003 y 2006 fueron fundidas hace nueve años, pero están guardadas en una bodega al sol y al agua a la espera de convertirse en un monumento que dignifique a las víctimas del conflicto armado.

Justamente hoy, cuando se habla de lo que ocurrirá con las armas de las Farc una vez sean dejadas por ese grupo, es paradójico que con las de las autodefensas no haya pasado nada, asegura Jaime Jaramillo Panesso, quien integró la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación.

Fueron más de 31.000 paramilitares los que se desmovilizaron en aquellos años, integrantes de las estructuras que se distribuían a lo largo y ancho del territorio nacional.

Durante la entrega de armas, realizada en unas zonas de ubicación —de características diferentes a las que se implementarán con las Farc—, los combatientes que iniciaban su proceso de reintegración entregaron 18.051 armas entre largas y cortas, más de dos millones y medio de municiones y miles de granadas.

Obra de reparación

Según lo pactado entre el Gobierno y las Autodefensas, el Ejército Nacional custodió las armas hasta que la Fiscalía General de la Nación terminó de examinarlas y definir a qué tipo de investigaciones vincularlas.

Jaramillo Panesso recuerda que una vez surtidos esos trámites, todas las armas fueron fundidas en las instalaciones de la Siderúrgica Nacional (Sidenal), ubicada en Sogamoso. Corría diciembre de 2007.

Así fue como las armas se convirtieron en 74 barras de una combinación de hierro, acero y otros metales, para un total de 49,5 toneladas.

Desde el principio, la Comisión pensó que ese material serviría para hacer un gran monumento para la dignificación de las víctimas, como los que se han hecho con las armas después de muchos procesos de paz en el mundo.

En El Salvador, el artista Rubén Martínez esculpió el monumento Cristo de la Paz, ubicado en San Salvador, con armas y los casquillos de balas del conflicto entre grupos de izquierda y de derecha.

“Transformaçao de Armas Em Enxadas” es la escultura que se realizó con las armas del conflicto de Mozambique.

En Colombia, con las 850 armas entregadas por el Epl, hace 25 años, se construyó el Monumento a la Paz y se ubicó en Medellín, al frente de la Terminal de Transportes del Norte.

Y las 500 armas de la Corriente de Renovación Socialista, disidente del Eln, fueron fundidas para construir tres campanas para la iglesia Flor del Monte, en Ovejas - Sucre.

“La construcción de monumentos conmemorativos o esculturas, ha servido para comunicar al mundo ciertos mensajes que deben ser tenidos en cuenta, tanto para las generaciones presentes como futuras”, anotó Alba Sanfeliu, investigadora de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona en su documento “Monumentos conmemorativos y memoria”.

Sanfeliu agregó: “estas obras artísticas son testigo de lo ocurrido y situadas en espacios públicos se convierten en símbolos de reparación. Símbolos que a su vez se traducen en hechos y en acciones relacionadas a los mensajes que se quieren transmitir con ella”.

Así que para convertir las armas de las Autodefensas en obras de arte, el Gobierno le propuso a la Alcaldía Distrital de Bogotá recibir el material, recordó Jaime Jaramillo Panesso. Sin embargo, la administración capitalina se negó a recibirlo. “Es así como llegan las 49,5 toneladas de hierro fundido a la ciudad”, relató.

Medellín era, según el exasesor de paz, la indicada para que este monumento se hiciera: Antioquia había sufrido la inclemencia del conflicto armado y la capital del departamento recibía entonces la mayor cantidad de desmovilizados del país.

Inicialmente la Alcaldía de Medellín conformó un equipo en el que participaban la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación y la Universidad de Antioquia. Juntos planearon que el lugar ideal para la escultura sería el Parque Bicentenario donde se construía el Museo Casa de la Memoria.

En esa época Martha González era directora de la Unidad Municipal de Víctimas y explicó que este era un proyecto muy importante porque buscaba la reivindicación de las víctimas.

Para ello vino de Chile el maestro Francisco Gazitúa, reconocido por ser el autor del Memorial del Cementerio General de Santiago en su país.

“Él vino, conoció el material y nos presentó una propuesta muy interesante, que finalmente no se pudo llevar a cabo”, advirtió Jaramillo Panesso.

Según Efigenia Castro, excoordinadora del proyecto Museo Abierto de la Universidad de Antioquia, Gazitúa no pudo hacer el proyecto por varias razones: el material no era idóneo porque en la fundición se usaron diversos tipos de metales, el peso no sería soportado en el Parque Bicentenario que está construido sobre la quebrada Santa Elena, y se dificultaba el desplazamiento del material hasta Chile para luego regresar el monumento a Medellín.

González agregó que “el peso era exagerado y no teníamos las máquinas para hacerlo. Tuvimos muchos problemas técnicos con la propuesta”.

Dos esculturas

Cuando fracasó el proyecto con el artista chileno, la Alcaldía de Medellín decidió entregar la mitad del material a la Universidad de Antioquia y la otra mitad a la Agencia para la Educación Superior de Medellín, Sapiencia.

“Nosotros desde la Universidad íbamos a construir un monumento en Apartadó, como allá está La Chinita (barrio obrero de Urabá donde las Farc asesinaron 35 personas) pensábamos que era muy simbólico hacer un monumento de paz allí. Sapiencia, en cambio, iba a hacer un monumento en la ciudadela que se va a construir donde funcionaba la cárcel El Buen Pastor”, dijo Castro.

Ambas entidades estaban concretando con el artista antioqueño Fredy Alzate, quien presentó una propuesta para los dos monumentos.

“Yo estuve en conversaciones con ellos, e incluso hice unas maquetas, pero nunca me volvieron a decir nada”, anotó el artista.

“Estábamos con todo ese proceso hasta que hubo cambio en la rectoría de la U. de A., no era el momento oportuno, después hubo cambio de alcalde y todo paró ahí”, justificó Efigenia Castro.

El cambio de administración en ambas entidades borró del mapa los proyectos, ni en Sapiencia ni en la Universidad de Antioquia saben dar respuesta sobre qué pasará con ese material, incluso manifestaron total desconocimiento de su existencia.

EL COLOMBIANO tuvo acceso a la bodega Polo Norte, de la alcaldía, donde se conservan las 79 barras desde que llegaron de Sogamoso. Se mantienen en el mismo punto al sol y al agua. El deterioro es evidente: están oxidadas.

Hasta ahora las víctimas no tienen respuesta sobre la promesa que está por cumplir diez años. Martha González aclaró que “esta no fue una solicitud específica de las víctimas sino que fue una iniciativa de la alcaldía de ese momento. No fue una petición de una medida de satisfacción que se haya incumplido”.

No obstante, para Amparo Mejía, miembro de las Madres de la Candelaria Línea Fundadora, “es fundamental que se hagan los monumentos para que las generaciones venideras sepan lo que pasó y que no se olvide que hemos perdido centenares de hombres y mujeres en la guerra. Para muchas víctimas es más importante lo simbólico, que se reivindique el nombre de sus hijos perdidos por el conflicto”.

Hasta ahora, las armas de los paramilitares van en camino de que les ocurra lo mismo que a las 280 armas del M-19, fundidas en la Siderúrgica de Cali. Los 16 lingotes, que pesan 155 kilos, se conservan en el Centro de Documentación y Cultura para la Paz de Bogotá, a la espera del cumplimiento de una promesa presidencial: la construcción de un monumento que honre a las víctimas.

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