Lo anunciado es importante. Sin embargo, requerirá de una dosis de credulidad significativa puesto que, para hablar de desarme, hay que preguntarse primero si hubo oportunamente un inventario de las armas en poder de Farc, tarea que ha debido hacer la comunidad internacional para asegurarnos que la totalidad de las armas quedará fuera de circulación y uso para siempre.
La firma final del acuerdo será determinante, pero lo que realmente marcará el futuro de Colombia es lo que defina el pueblo colombiano en el plebiscito que pronto convocará el Gobierno Nacional. Para entonces debemos insistir al gobierno en la transparencia que nos permita a todos los colombianos leer los textos, analizarlos con serenidad, preguntar e informarnos mejor, comprender su contenido y alcance, para poder así, ejercer de forma consciente, responsable y suficientemente informada nuestro derecho a aprobar o no lo acordado con las Farc de manera responsable.
Quienes hemos hecho críticas a aspectos del proceso y de los acuerdos -como en mi caso particular-, tenemos la responsabilidad de seguir jugando un papel constructivo en la comprensión de la letra pequeña, interpretar de la forma más benéfica para la sociedad el alcance de lo acordado y contribuir a proponer mecanismos de verificación futuros que den mayores garantías de la terminación del conflicto.
El día que se firme un acuerdo con las Farc no tendremos aún la paz de Colombia. Sin embargo, lo avanzado es significativo y, por ello, defenderemos que el acuerdo y su implementación se hagan con absoluto respeto y protección de la institucionalidad. Hoy más que nunca, cuando lo que está en juego es la esperanza de paz de nuestro país, exigiremos y aplicaremos responsabilidad, prudencia, objetividad y una hoja de ruta colectiva que después de este acuerdo nos permita construir la verdadera paz de Colombia.
*Excandidata presidencial