Un día como hoy, en 1999, el país lloró. Jaime Garzón, periodista y humorista, fue asesinado en Bogotá y con él moría una voz crítica que incomodaba a muchos sectores del país.
La muerte de Garzón, además, inauguró una época negra para la prensa y la libertad de expresión en Colombia. Y es que según la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), entre 1999 y 2002 fueron asesinados 13 periodistas en el país, en su mayoría en acciones atribuidas a grupos paramilitares.
El crimen de Garzón fue declarado como de lesa humanidad por la Fiscalía en 2016. Según el ente investigador, el humorista fue víctima de una estrategia de “enemigo interno” en la que se usó la lucha contrainsurgente como excusa para declara como objetivo militar a defensores de derechos humanos.
“El homicidio del periodista no se produjo porque tuviera enemigos personales producto de una acción espontánea de algún justiciero del Estado o paramilitar, sino porque fue considerado en los informes de inteligencia del Ejército, como una persona que por sus labores humanitarias a favor de la paz con los grupos insurgentes, estaría favoreciendo dichos grupos; hablándose primero de judicializarlo, pero luego decidiendo su ejecución extrajudicial”, dice la decisión.