Si algo reconocen los laureados que desde ayer están en Bogotá, en la Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz, es que no trajeron recetas para que en Colombia funcione el acuerdo con las Farc.
“No vine con una solución, eso sería arrogante. Vine a acompañar a las mujeres de este país, que sé que han sufrido y que han sobrevivido a la guerra como activistas. Si quieren que camine con ellas, lo haré”, expresó a medios Leymah Gbowee, líder del movimiento que terminó con la segunda guerra civil en Liberia en 2003 y que le mereció el Premio Nobel de Paz en 2011.
Su visión fue compartida por otros premiados en el primer día del encuentro, que reúne hasta el próximo domingo a 30 laureados, y que busca inspirar al país con experiencias de reconciliación gestadas en otros rincones.
“No estamos aquí con soluciones, estamos para enseñar con nuestra presencia al proceso de paz”, adhirió Jody Williams, galardonada en 1997 por su rol en la prohibición internacional del uso de minas antipersonal.
Eso sí, la estadounidense, también reconocida por luchar contra la intervención de su país en Centroamérica, advirtió que una paz sostenible en Colombia tomará tiempo y que se enfrentará a los problemas de todas las negociaciones: el adormecimiento de la población cuando ya está la firma y la urgencia de que todos los actores, sobre todo los ciudadanos, tomen parte.
De hecho, para Williams, si los ciudadanos no presionan para la implementación de lo acordado entre el Gobierno y las Farc, “si se quedan en las casas callados, van a perder el momento”, y puso como ejemplo lo sucedido en Estados Unidos: “Dejamos pasar a Trump y medio mundo está en la calle, lo que no veíamos desde los 70 por Vietnam”.