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Las raíces del “Clan del Golfo” en Medellín

El cartel más peligroso del país consolidó sus redes alrededor de la ciudad, vinculando combos locales.

  • Desde junio hay crisis de seguridad en Altavista, por el choque de combos asociados a “los Urabeños” con facciones locales. Aquí, un grafiti en el barrio Nuevo Amanecer. FOTOs jaime pérez y archivo
    Desde junio hay crisis de seguridad en Altavista, por el choque de combos asociados a “los Urabeños” con facciones locales. Aquí, un grafiti en el barrio Nuevo Amanecer. FOTOs jaime pérez y archivo
  • El 29/6/11, un comando sicarial de la banda irrumpió en un edificio de El Poblado, donde se reunían miembros del combo “Pachelly”. Dos muertos y tres heridos.
    El 29/6/11, un comando sicarial de la banda irrumpió en un edificio de El Poblado, donde se reunían miembros del combo “Pachelly”. Dos muertos y tres heridos.
  • El 05/1/12 la banda generó un paro armado por muerte del cabecilla “Giovanny”. En Medellín, quemaron dos buses (Palmitas y Prado) y dos taxis (Las Violetas).
    El 05/1/12 la banda generó un paro armado por muerte del cabecilla “Giovanny”. En Medellín, quemaron dos buses (Palmitas y Prado) y dos taxis (Las Violetas).
  • El 11/8/12 el combo “la Agonía”, asociado de “los Urabeños”, incursionó en el barrio Santa Lucía, intimidó a la gente y pintó grafitis anunciando una supuesta toma.
    El 11/8/12 el combo “la Agonía”, asociado de “los Urabeños”, incursionó en el barrio Santa Lucía, intimidó a la gente y pintó grafitis anunciando una supuesta toma.
  • El 01/4/16, en otro paro armado nacional por la muerte del cabecilla “Guagua”, quemaron bus en la Loma de los Bernal y pintaron grafitis en El Limonar y El Rincón.
    El 01/4/16, en otro paro armado nacional por la muerte del cabecilla “Guagua”, quemaron bus en la Loma de los Bernal y pintaron grafitis en El Limonar y El Rincón.
  • El 03/5/17, en la vereda Pajarito de San Cristóbal, arrojaron una granada contra una patrulla de la Policía. Dos uniformados quedaron heridos.
    El 03/5/17, en la vereda Pajarito de San Cristóbal, arrojaron una granada contra una patrulla de la Policía. Dos uniformados quedaron heridos.
Clan del Golfo en Medellín: así opera
23 de octubre de 2017
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25%
de las bandas del Valle de Aburrá estarían asociadas con el “Clan”, según Fiscalía.
3.000
hombres aproximadamente conformarían el “Clan del Golfo”, según el Gobierno.

En el tablero de ajedrez de Medellín, la organización “los Urabeños” o “Clan del Golfo” está disponiendo sus fichas de manera estratégica, rodeando el área urbana a partir de una influencia directa sobre las bandas de los cinco corregimientos.

Investigaciones adelantadas por la Policía y la Dirección de Fiscalías contra la Criminalidad Organizada, sumadas a las denuncias de la comunidad, dan cuenta de que esa estructura, también denominada Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc), ha venido extendiendo sus redes en los últimos años, hasta conformar un sistema que le permite captar finanzas ilícitas y dominar corredores de movilidad entre la capital antioqueña y el resto del país.

La penetración de la banda en el territorio, que comenzó hace nueve años, estuvo favorecida por alianzas con facciones locales, y también por la pasividad inicial de las autoridades, que durante el primero lustro se dedicaron a negar su creciente influjo.

La última crisis de seguridad en el corregimiento Altavista, que entre junio y septiembre produjo 15 asesinatos, más de 80 desplazamientos forzados y zozobra por las balaceras diarias, es el reflejo de lo nocivas que han sido para los medellinenses las acciones de esa estructura.

La llegada

“Los Urabeños” surgieron en 2007, tras la desmovilización de las Auc, como un fenómeno criminal que mezcló antiguos paramilitares con una nueva generación de narcos.

Su eje de operaciones está en Antioquia, Córdoba y Chocó, pero hoy tiene injerencia en 22 departamentos; células en Panamá, Venezuela y España; y rutas de tráfico de cocaína con destino a Norteamérica, Europa, Asia y Oceanía, según la DEA y la Dirección Antinarcóticos.

Cuando salieron de Urabá, su proceso de expansión los impulsó primero a las subregiones del Bajo Cauca, Nordeste y sur de Córdoba y, al tiempo, llevaron a cabo una silenciosa penetración en el área semirrural de Medellín, con asesinatos selectivos entre 2008 y 2009.

“Al principio, el proyecto de nosotros (en la ciudad) era muy pobre, porque casi no teníamos recursos ni armamento”, relató en un interrogatorio judicial (2015) Carlos Rincón Correa, alias “don Daniel”, uno de los principales jefes que ha tenido la banda en el Valle de Aburrá.

La metrópoli padecía una feroz confrontación entre dos alas de “la Oficina” (la del capo “Valenciano” contra la de “Sebastián”), que produjo cerca de 7.000 asesinatos entre 2008 y 2011. Mientras eso distraía a las autoridades, “los Urabeños” fueron formando alianzas con grupos locales de San Javier, San Antonio de Prado, La Sierra y Altavista.

Tenían dos subestructuras: una encargada de la relación con los combos, al mando de alias “Miguel” o “Teniente”; y otra llamada “Fuerzas Especiales”, un comando sicarial coordinado por “Lucho”, cuya misión era ejecutar asesinatos de alto perfil, con armamento de última generación y prendas de la Fuerza Pública.

Uno de esos crímenes sucedió el 29/6/11 en un edificio del barrio Castropol, en El Poblado, donde acribillaron a dos presuntos integrantes de la banda “Pachelly”.

Cuando acabó la guerra interna en “la Oficina”, varios de los combos que antes estuvieron bajo el mando de Maximiliano Bonilla (“Valenciano”), se alinearon con “los Urabeños”.

A partir de 2012 se hizo más tangible la influencia de este cartel. El 05/1/12, en el marco de un “paro armado nacional” hecho por la muerte de su comandante Juan de Dios Úsuga (“Giovany”), la estructura ordenó a combos aliados que alteraran el orden público en la ciudad.

Dos buses y dos taxis fueron incinerados, pintaron grafitis amenazantes, obligaron al cierre de locales comerciales, obstruyeron el servicio de buses y hasta la Línea J del Metrocable cesó operaciones.

Pese a esto, el entonces comandante de la Policía Metropolitana, general Yesid Vásquez, dijo a la prensa que había que desmitificar la influencia de “los Urabeños” en Medellín, que eso “era una fábula”.

Así están hoy

Desde principios de 2012 y hasta mediados de 2013, los combos asociados a la banda se enfrentaron a los de “la Oficina”, que se resistían a la llegada de un nuevo actor armado. Los tiroteos y homicidios afectaron principalmente a las comunas de San Javier y Villa Hermosa.

El problema se resolvió con un pacto de no agresión entre esos dos bandos. Tal cual relató “don Daniel” en el interrogatorio, hubo reuniones en julio de 2013 en una finca del municipio de San Jerónimo, donde asistieron delegados de “los Urabeños” y “la Oficina”.

Se acordó ponerle fin a la confrontación, respetar los territorios que cada quien había ganado en Medellín, redistribuir las rutas de narcotráfico y corredores de movilidad. Este pacto es la principal causa de la reducción de homicidios en los últimos cuatro años y todavía está vigente.

La paz ilegal le permitió a la estructura reorganizar sus fuerzas. En un allanamiento ejecutado por la Dijín en una finca de Urabá, fue encontrada una USB con un documento del 27/11/14. En el escrito, un cabecilla de la banda le rendía un informe a sus superiores, en el cual les hablaba de la posibilidad de conformar “un frente urbano en Medellín”.

Investigadores judiciales consultados por este diario, que pidieron la reserva de su identidad, explicaron que con base en los medios de almacenamiento incautados, la banda creó el Frente Metropolitano, que depende del Bloque Central de la estructura.

El supuesto líder del frente es un hombre apodado “Mili”, antiguo miembro del grupo de “Fuerzas Especiales” de esa organización, cuya base de operaciones es San Antonio de Prado.

Desde allí coordina a las bandas aliadas del Valle de Aburrá y Rionegro, y despacha jóvenes para entrenarlos en escuelas de combate en el Frente Suroeste (municipio de Urrao) y el Frente Salaquí (sur de Chocó).

Los agentes precisan que la influencia de “los Urabeños” en el área metropolitana se da de dos maneras: forjando alianzas y mediante patrocinios u outsourcing criminal.

La principal alianza, según consta en informes del gobierno de EE.UU., la tienen con Carlos Mesa Vallejo, alias “Carlos Chata”, cabecilla de “los Chatas” y de una importante cofradía dentro de “la Oficina”. Esa sociedad le permite al clan usar el corredor del Aburrá Norte, desde Bello hacia las subregiones del Nordeste, Bajo Cauca y más allá.

En cuanto a vínculos, los grupos contratados son: “la 14”, “Altavista”, “Mano de Dios”, “Rancho e Lata” o “Manzanares”, “La Lágrima” y “la Perla” (corregimiento Altavista); “Limonar 1” (San Antonio de Prado); “los Paracos de San Cristóbal” y “la banda de Toño” (San Cristóbal); “la Agonía” (comuna 13); “Barrio Bolsa” (comuna 16); “Altos de la Virgen” (La Estrella); “la Esmeralda” (Barbosa); y “la Sierra” (comuna 8 y Santa Elena).

Al superponer la información en un mapa, se aprecia que los tentáculos de la organización están tendidos alrededor del área urbana de Medellín (ver gráfico), máxime si se tiene en cuenta que otros frentes están instalados en municipios circundantes: Caldas, Angelópolis, Heliconia, Ebéjico, San Jerónimo y Rionegro.

La articulación entre estas agrupaciones facilita la rotación de personal y armamento, como sucedió a mitad de año en Altavista, cuando desde La Sierra llegaron 40 jóvenes para apoyar a la “Mano de Dios” y “la Lágrima” en la pelea contra “los Chivos”.

“Los cuerpos de seguridad deben entender que están lidiando con hombres de negocios”, afirma Juan David Escobar, director del Centro de Pensamiento Estratégico de Eafit.

Añade que “ellos son empresarios del crimen y están pensando en mercados globales, por eso conforman cadenas con diferentes actores. Un grupo de Urabá no está aislado, conforma redes transnacionales con carteles como el de Sinaloa, y locales, como los combos de Medellín. Pero nuestras autoridades aún no entienden eso y siguen encasillando el delito por departamentos, distritos y cuadrantes, como si el crimen estuviera desconectado”.

Plata y terrorismo

Si bien existe el patrocinio por parte de “los Urabeños”, cada combo tiene la responsabilidad de ser autosostenible financieramente. Por eso están inmersos en actividades de microtráfico de drogas, extorsión, venta ilegal de lotes, secuestro y robos, entre otras.

El expediente que posee la Fiscalía contra la banda de “Altavista” revela que las ganancias mensuales rondan los $50 millones, siendo lo más lucrativo el cobro de vacunas a las ladrilleras y tejares ($6 millones) y a las volquetas (hasta $75.000 por cada viaje).

Las directrices del cartel involucraron a los combos en actos de terrorismo y ataques a la Fuerza Pública, como la incineración de un bus alimentador del Metro en la Loma de los Bernal (01/4/16) y el atentado con granada a una patrulla policial en San Cristóbal (05/5/17).

El secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, asegura que el “Clan del Golfo” tiene una fuerte influencia en la capital antioqueña por medio de la banda “la Sierra” y su detenido cabecilla “Abelito”. “Desde ahí se han gestado dinámicas de enfrentamiento en el costado occidental de la ciudad, en especial en Altavista”.

Para contrarrestar ese influjo, la Policía incluyó a “Abelito” en el listado de los más buscados y la Alcaldía ofreció una recompensa en su contra de hasta $15 millones. El sábado pasado se logró su captura.

El “Clan del Golfo” también aprovecha el voluminoso mercado de la ciudad para camuflar en el torrente financiero sus ganancias, no solo de las rentas barriales, sino del narcotráfico transnacional. Los dineros calientes terminan lavados en negocios de propiedad raíz, locales comerciales y franquicias de marcas internacionales de ropa y calzado.

Este panorama delincuencial podría cambiar si se concreta un acuerdo de sometimiento entre “los Urabeños” y el Gobierno Nacional, cuyos acercamientos previos anunciaron ambas partes en septiembre. La Fiscalía y el Ministerio de Justicia trabajan en la creación de un proyecto de ley que permita desmontar colectivos de crimen organizado, que sería presentado al Congreso esta semana.

Tobón considera que medir el alcance de la propuesta de paz de esta agrupación depende de la Fiscalía y de la Presidencia, “nuestra tarea es seguir persiguiendo a las estructuras delincuenciales”.

Mientras esas reuniones avanzan en Bogotá, entre los delegados del Palacio de Nariño y los de la facción, alrededor de Medellín se siguen tejiendo las redes del cartel más peligroso del país.

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