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En Robledo piden salvar su patrimonio

En la centralidad de la comuna, habitantes piden conservar la arquitectura tradicional de casas.

  • La parroquia Nuestra Señora de los Dolores una de las primeras edificaciones de Robledo.
    La parroquia Nuestra Señora de los Dolores una de las primeras edificaciones de Robledo.
  • En Robledo piden salvar su patrimonio
Robledo, entre tradición y desarrollo
09 de diciembre de 2017
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Una inundación le dio vida, hace 137 años, a Robledo, y hoy, ese barrio está igualmente inundado pero de carros y edificios de apartamentos. Es lo que le llaman desarrollo.

Ubicado en el noroccidente de Medellín, es uno de los asentamientos más tradicionales de la ciudad y conserva, tímidamente, los vestigios de su historia representada en antiguas casonas y algunos habitantes que recorrieron las calles empedradas y las mangas que ya no están.

“El barrio era lleno de fincas y palos de mangos. Ahora son edificios de hasta 34 pisos y no conocemos a muchos vecinos”, cuenta Gustavo Sierra, quien habita una de las tradicionales casas, cerca al parque principal, hace 75 años.

A Robledo, que tomó el nombre de su centralidad para dárselo a toda la comuna 7, hay que subirlo. Sus calles son angostas y empinadas, de difícil tránsito, si se quiere. Limita al norte con la Comuna 6 (Doce de Octubre); al oriente con la Comuna 5 (Castilla) y el Río Medellín; al occidente con el Corregimiento San Cristóbal y al sur con las comunas 11 (Laureles-Estadio); 12 (La América) y 13 (San Javier).

Entre las lomas de Robledo hay referentes que, incluso, trascienden a la ciudad. El Jordán, uno de ellos. Una casa con arquitectura tradicional que fue restaurada para convertirla en un centro cultural. También, en su parque, reposa una escultura del mariscal Jorge Robledo.

Tradición en riesgo

Robledo es uno de los 21 sectores o barrios que tiene la comuna 7, habitada por 167.000 personas, y una extensión de 9,38 kilómetros cuadrados, según datos de la dirección de Planeación local.

De acuerdo con los datos que entrega el historiador Germán Suárez, el barrio, hasta 1880, quedaba donde hoy es el sector Los Colores, pero una inundación obligó a sus habitantes a trasladarse hacia una zona cercana, pero más alta, donde pudieran librarse de la furia de las aguas que desplegaba la quebrada La Iguaná.

Suárez anota que el nombre Robledo surge desde cuando se cumplieron los 400 años de fundación de Santa Fe de Antioquia, en 1941. “Antes se llamaba Aná, en honor a la quebrada”, agrega.

Sergio Roldán, de 51 años, se halaga al decir que nació en Robledo, y que en su barrio se respira tranquilidad y belleza. Recuerda que, “cuando era niño, había calles empedradas y la gente andaba a caballo: “mi casa tenía 15 habitaciones, cocina de leña. Eran con grandes solares y nos pasábamos de una casa a la otra”.

Como los Roldán, los Burgos son dos de las familias más numerosas. Sentado en una tienda, Sergio señala que hay camaradería entre los vecinos y que comparten en medio de un trago o una empanada.

Los males de hoy

Robledo ha sido paso, por años, de viajeros que salen de Medellín con destino a Urabá o a Santa Fe de Antioquia. Por su calle principal se llega, desde la carrera 80 a la vía al Mar.

A pesar de obras como el intercambio vial que desahogó el flujo vehicular por 4,1 km de doble calzada, la expansión urbana de la zona dificulta, cada vez más, la movilidad en el barrio.

Dioginia Sierra, moradora por siete décadas de Robledo, lamenta que la cantidad de carros, camiones y buses que pasan por la barriada disipe la tranquilidad. Sin embargo, dice una y otra vez que no contempla la opción de migrar, como lo han hecho muchos de los que crecieron con ella.

“Las casas eran de puertas abiertas. Pero las cosas cambiaron, ahora hay muchos edificios. Sin embargo, no me quiero ir porque aquí está nuestra historia”, subraya.

Al caminar la centralidad de Robledo se evidencian los efectos de la expansión urbanística y el descuido del patrimonio que arquitectos y académicos han advertido. Dioginia denuncia como, recientemente, demolieron tres casas de casi un siglo de construidas para hacer un parqueadero, cerca a la institución educativa Mariscal Jorge Robledo.

Como ella, Sergio y Gustavo claman a las autoridades para que se preserve el escaso patrimonio que aún queda en Robledo. Las casonas antiguas, esas con puertas y ventanas en madera, tejas de barro y jardines florecientes, deben continuar escribiendo la historia de uno de los barrios más tradicionales de Medellín y no ahogarlas en la modernidad.

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