EN DEFINITIVA
Con el Tranvía de Ayacucho, la ciudad avanza en la consolidación de un sistema de transporte metropolitano, de gran impacto social y amigable con el medio ambiente.
Con la puesta en marcha del sistema se consolida el plan integral de transporte masivo.
EN DEFINITIVA
Con el Tranvía de Ayacucho, la ciudad avanza en la consolidación de un sistema de transporte metropolitano, de gran impacto social y amigable con el medio ambiente.
Este jueves, 64 años y nueve días después de que el viejo Medellín de tranvías puso fin al último de sus coches, en un viaje sin retorno a Aranjuez, la figura del mismo vuelve a renacer de sus cenizas con el Tranvía de Ayacucho, que tendrá una extensión de 4,3 kilómetros y que incluirá dos cables aéreos hacia el cerro Pan de Azúcar y Villa Turbay.
(Vea aquí la infografía el Tranvía vuelve a las calles luego de 64 años)
La historia de los tranvías -llegamos a tener 61 recorriendo la ciudad e incluso con vías extendidas hasta municipios del oriente de Antioquia-, comenzó en 1887, cuando esta capital no pasaba de los 30.000 habitantes.
(Lea aquí Tranvía, una apuesta por la movilidad sostenible)
Una de las crónicas de esos tiempos, quizás de la ciudad de la nostalgia, sostenía que: “Sería inútil buscar en Medellín monumentos proporcionados a la importancia de la ciudad... únicamente el colegio actual y su iglesia honraban, como construcción, a los monjes que los edificaron”.
(Lea aquí protagonistas del nuevo sistema de transporte)
Pero la ciudad y sus habitantes respondieron con grandeza a sus desafíos. Se consolidó como región industrial y cuenta con uno de los transportes masivos de pasajeros más avanzados e incluyentes del continente.