En el mediano plazo, Medellín deberá migrar de las cocinas de gas a las eléctricas, que será como un retorno al pasado, lo que no será fácil de asimilar, pues aún muchos hogares sueñan con que las redes de gas lleguen a sus casas, plantea el ingeniero Andrés Emiro Díez, miembro de la Junta Directiva de la SAI.
Su planteamiento lo hizo en el seminario Nuevas Fuentes de Energía, organizado por la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos, que convocó (ayer y hoy) a expertos de todo el país, incluidos investigadores, ingenieros de empresas y docentes de varias universidades, con el objetivo de reflexionar y divulgar experiencias exitosas en materia de energías renovables.
Díez argumenta que hay factores que sustentan su opinión sobre el cambio en las cocinas: “ya hay fogones de emisión de alta eficiencia, con parrillas vitrocerámicas, con las que se puede aprovechar mejor la matriz de la región (Antioquia), que es de generación eléctrica; el gas genera emisiones en las cocinas y la electricidad no; en términos de costos, el gas y la electricidad se han ido equilibrando, pues el gas ha aumentado los precios un 20 % en los últimos meses, no hay los yacimientos esperados cuando se inició el proceso de llevarlo a las casas e importarlo lo encarecerá más; además, se viene Hidroituango, que es una energía que habrá que poner en alguna parte, porque se esperaba una gran planta de aluminio en Urabá y esta no va a estar, y tampoco estará la interconexión con Panamá”.
Pero los cambios en el uso energético son más urgentes incluso por fuera de los muros de las casas.
Para Díez, todo lo que se gana en la exploración y uso de nuevas fuentes de energía a nivel industrial y de los hogares, no tendrá impacto si no se hace una transformación a fondo de las fuentes móviles. Medellín debe cambiar, en el transporte, el uso del combustible por la electricidad, “pues mientras una buseta a gas aporta 60 toneladas de C02 al año, las emisiones de un bus eléctrico no pasan de cinco toneladas”, señaló. El sector transporte solo aprovecha la energía eléctrica en el metro, el metrocable y el tranvía, pero solo constituye el 2 o 3 % de los automotores.