Dejar atrás el estigma de corrupción generado por las cirugías estéticas que se le realizaron a familiares de directivas y al contralor de Antioquia, Sergio Zuluaga, ha sido la labor más difícil para la actual administración del hospital La María.
Esa institución médica pública, del orden departamental, con 94 años de existencia, ha estado desde octubre pasado en el ojo del huracán tras las denuncias sobre presuntas irregularidades por las que el gerente de entonces, William Marulanda, está capturado, lo mismo que Zuluaga.
Con los organismos de control investigando los hechos denunciados, el médico cirujano Alberto Aristizábal Ocampo asumió la gerencia del hospital, tras la renuncia de Marulanda.
El gerente habla para EL COLOMBIANO sobre la situación que vive ese centro médico, que se fundó como un sanatorio para enfermos pobres y llegó a ser clínica estética de quién lo auditaba, el contralor Zuluaga, y de algunos familiares del exgerente Marulanda.
¿Cómo encontró el hospital luego de los casos con el contralor de Antioquia
y el gerente?
“Después de esa situación, en el 2016, la institución no ha pasado un buen momento. La primer decisión que se tomó fue la de suspender, de manera inmediata, la realización de procedimientos estéticos, porque era una actividad que no correspondía a nuestra directriz misional y eran mayores los riesgos que se asumían, que los beneficios que nos traía.
Lo otro fue el control sobre procesos como los sistemas de información, facturación, cartera, recaudos. Se estaban vulnerando derechos laborales y se debían entre 2 y 3 meses a empleados. Logramos, entre enero y febrero de este año, ponernos al día. Eso es más de 3.000 millones de pesos”.
La María ha sido un hospital de servicio social. ¿En qué momento empezó a hacer cirugías estéticas?
“Esas actividades estéticas fueron marginales, 200 usuarios al mes, cuando el hospital atiende 5.000 personas en ese mismo lapso.
La María, desde el 1923, viene atendiendo enfermedades respiratorias. Empezó como un sanatorio para pacientes con tuberculosis. En los 90 se empezó con medicina interna, general, ginecología, dermatología. En el año 2002 abrió el portafolio para cirugías estéticas con el fin de resolver el tema de las prótesis POP, que el Gobierno nacional asumió su retiro por causar indicios de cáncer”.
¿Las cirugías estéticas dejaron ganancias al hospital?
“Fueron ingresos pequeños. Se hicieron retiros de prótesis hasta el 2011 y, temporalmente, llegaban pacientes a procedimientos estéticos. Ahora hacemos cirugías reconstructivas, pero no estéticas”.
¿Qué pasó con los funcionarios cuestionados?
“Cuando llegué, algunas de esas personas se habían retirado de manera voluntaria. Este semestre hicimos un proceso de depuración. Algunos contratos que se terminaron no los renovamos y eso permite que esas personas puedan atender los requerimientos de organismos de control”.
¿Qué tanto daño le hicieron las acciones del contralor y del exgerente al hospital?
“Estamos pasando la página. Lo que hemos hecho es generar confianza al interior de nuestros aliados: usuarios, familias, EPS, aseguradores. Mantener los programas y abrir nuevos servicios, hoy tenemos neurocirugía, que es de alta complejidad y con especialistas muy preparados en el extranjero”.
¿Cuándo fueron las últimas cirugías estéticas?
“En la administración anterior hubo una apertura a esos procedimientos estéticos y se hicieron unos 200. Las últimas fueron en octubre de 2016”.
El contralor dijo que hacerse la liposucción en La María “era confiar en el sistema de salud pública”. ¿Está de acuerdo con eso?
“Dentro de los cánones y protocolos de seguridad, un hospital público no tiene ningún impedimento para realizar procedimientos estéticos. Pero. La María ha ido recuperando su actividad misional”.
Si llega otro funcionario a hacerse cirugía estética, ¿qué le dirían en La María?
“Tendría que buscar otro lugar. En esta nueva etapa le damos prioridad a los programas que la institución ha desarrollado históricamente”.