Los sábados por la noche, 70 chazas con venta de licor y equipos de sonido a todo volumen convirtieron el Parque de Berrío en una gigantesca cantina al aire libre.
A este desorden, que incluye la ocupación del espacio público, se sumaron los atracos, la prostitución, el consumo de drogas, el desaseo y el cobro de extorsiones.
Sin embargo, a pesar de este caos, el parque nunca ha perdido su dinámica como un icono de la ciudad y ha seguido siendo un punto de encuentro, atractivo turístico y paso obligado para los clientes del metro que, en silencio, han soportado por varios años la inseguridad, los malos olores y el asedio de drogadictos y de habitantes de calle.
Fueron estas circunstancias las que llevaron, el pasado 28 de enero, al alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, a exigir que en 30 días, tanto la Fuerza Pública como su Administración, tenían que tenerlo recuperado, por ser un sitio emblemático de la ciudad.
Desde el miércoles de la semana que pasó se empezó a notar la intervención.
Desde las siete de la noche, la Policía obligó a los vendedores de cerveza y aperitivos, la mayoría sin sellos de las Rentas de Antioquia, a que salieran del parque.
El secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, dijo al respecto que estos negocios tendrán que salir de allí, porque en la ciudad está prohibido el consumo de bebidas embriagantes en el espacio público, en especial en parques y escenarios deportivos.
Agregó que esta era la primera fase de la anunciada recuperación del parque y una segunda intervención se llevará a cabo contra la prostitución, en especial en contra de la explotación sexual de menores de edad que también se presenta allí.
El funcionario igualmente llamó la atención por la situación sanitaria que está originando la venta de licores, en especial cervezas, ya que todo el amoblamiento del parque y de la estación del metro lo convirtieron en una letrina al aire libre.
Empadronamiento
El otro paso que se dará, agregó, será el empadronamiento de las personas que trabajan allí para saber qué se va hacer con ellas, porque hay vendedores tradicionales que no están en la ilegalidad y obtienen su sustento de ese trabajo.
Además, a esta labor que ya inició la Fuerza Pública y en apoyo de la Secretaría de Seguridad, entrarán a trabajar las de Cultura, Infraestructura, de la Juventud, Inclusión Social, y las Empresas Varias.
A la Secretaría de Infraestructura le corresponderá hacerle una serie de adecuaciones al piso y la infraestructura del parque deterioradas por el tiempo y el mal uso que le han dado como sanitario público.
Finalmente, Villegas destacó de esta intervención la necesidad de combatir el hurto a personas, en especial de celulares, porque la mitad de los robos de teléfonos móviles que se registran en el Centro se producen en el Parque de Berrío.
El comandante de la estación de Policía de La Candelaria (Comuna 10 del Centro), coronel Henry Mauricio Galán, informó que la intervención se inició desde mediados de la semana pasada, pero con actividades de sensibilización para retirar las ventas de licor y esta medida se extendió a la Plazoleta de Botero y el Parque de Bolívar.
Lo que seguirá, anunció el oficial, serán las acciones conjuntas con Espacio Público y las demás secretarías del Municipio, para así tomarse por completo el parque.
Acción integral
Por su parte, en la Corporación de Negociantes de Bolívar, Corpobolívar, destacaron la iniciativa de la Alcaldía de intervenir el parque, pero, a la vez, manifestaron su preocupación, porque todo este desorden se puede trasladar a los bajos del viaducto de metro, entre el Parque de Berrío y San Juan, lo que afectaría su actividad económica.
La directora encargada de la entidad Caterín Trejos, advirtió que este trabajo debe ser integral, ya que, de lo contrario, se arreglaría la situación en un sitio, pero el problema se lo trasladarían a otro y los comerciantes de Bolívar están ahí, muy cerca.
El director de la Corporación Cívica del Centro de Medellín, Corpocentro, Jorge Mario Puerta, consideró la decisión del Alcalde de recuperar el Centro desde pequeños espacios como el Parque de Berrío, como muy acertada, porque el proyecto puede funcionar.
“En la medida en que estos sitios se recuperen se podrá llegar a otros sectores. Estamos muy esperanzados en que esa recuperación se pueda dar”, dijo el dirigente.
Sin embargo, recalcó, “gran parte del problema de la ciudad está en el desorden y en el uso indiscriminado del espacio público, lo cual facilita el accionar de los ladrones, extorsionistas y vendedores de drogas”.
Criticó el modelo utilizado hasta ahora para recuperar ese espacio en el Centro, “porque ha sido ineficiente”.
Recomendó que al espacio público se le haga una reingeniería con componentes de pedagogía, sociales, económicos y de autoridad.
Amalia Londoño, secretaria de Cultura de Medellín, aseveró que uno de los principales trabajos de la Administración será la recuperación de la memoria cultural que tiene el sector y sus alrededores.
Destacó que también se está planeando con la empresa Metro la estrategia que realizarán para recuperar los espacios que tiene en el parque en el sistema masivo, donde una gran parte de él lo ocupan las escalas y la infraestructura de la estación Parque de Berrío.
Hablan los vendedores
Al dialogar con los vendedores del Parque de Berrío, algunos reconocieron que sí hay mucho desorden, porque los fines de semana, desde finales del año pasado se agolpan allí hasta 70 chazas con venta de cervezas, aguardiente y aperitivos.
Mónica Valencia, una de las vendedoras, manifestó que no los pueden estigmatizar a todos, debido a que allí trabajan muchas madres cabeza de hogar, que pagan arriendo en barrios periféricos de la ciudad y se ganan la vida honradamente.
Por su parte, una de las personas en silla de ruedas que labora en el parque vendiendo tinto y confites manifestó que lleva en el lugar 20 años, lo que hace que quedó discapacitado. Aseguró que ha solicitado un permiso como vendedor ambulante y la respuesta que le han dado es que están congelados desde 2007 y por eso es informal.
Se lamentó porque hace pocos años en el parque no había venta de licor ni asedio de tantos delincuentes y había respeto por las esculturas y las figuras pictóricas indígenas que enmarcan varios de los muros y que hoy están deterioradas por los orines de los clientes de las improvisadas cantinas callejeras.
Concluyó que si hablan de recuperación espera que las personas que como él sostienen una familia y venden productos legales que no alteran el orden ni el tránsito de los peatones, los tenga en cuenta la Alcaldía, porque esa es su única oportunidad de subsistencia.
Gilberto Martínez, quien supera los 80 años de edad y es usuario del metro en la estación Parque de Berrío, se quejó porque para una persona de su edad, con problemas para caminar es difícil moverse en medio de tantas chazas y cuando llega a las escaleras de la estación le queda imposible asegurarse en los pasamanos para poder subir, porque casi siempre están invadidos por vendedores callejeros o por personas que se sientan allí a fumar y ver pasar el tiempo.
El arquitecto Pedro Pablo Lalinde, uno de los autores con su colega Alexandra Ríos, de la investigación Parque de Berrío, Memoria Destruida y Reconstruida, contó que el lugar ha ido evolucionando en torno al crecimiento de la ciudad y ha tenido varias reconstrucciones. Ahora lo que hay que hacer, recomendó es buscar que no siga siendo origen de tanto caos y una letrina pública y para ello se puede pensar en la ubicación, incluso, de baños públicos bien diseñados y mimetizados en el entorno .
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años tiene la catedral Nuestra Señora de La Candelaria, epicentro del parque de Berrío.