La frescura que da estar en la cima de las montañas que se imponen en el Oriente del Valle de Aburrá, a un promedio de 2.000 metros sobre el nivel del mar, y convivir con nueve cuencas hidrográficas que se extienden por cientos de hectáreas de bosques, ha desatado una vertiginosa conurbación en una región que hoy afronta consecuencias ambientales como la sobredemanda de agua.
El Oriente antioqueño, ese paraíso soñado para vivir, ha desestimado los recursos naturales. Incluso, algunos hablan del error que se comete al privilegiar factores económicos —necesarios en el desarrollo de la región—sobre los ecosistemas, impactados por la construcción inmobiliaria.
Pero es momento de hacer pausa en las prácticas de urbanizadores. Y existe la conciencia de que sin sostenibilidad no hay vida, ni siquiera el apocalíptico escenario de la devastación ambiental connotaría el atractivo que hoy representan Rionegro, La Ceja, El Retiro, El Carmen de Viboral o Guarne, entre otros.
El panorama del altiplano del Oriente no es optimista. Tiende a desalentar, pero es una alerta que invita a tomar acciones. Así lo cree, Luz Stella Vélez, subdirectora de Recurso Hídrico de Cornare, quien advierte que hoy se está demandando más del 50 por ciento del agua que hay como oferta en las cuencas de la región.
“Nos preocupa que algunas de las microcuencas del altiplano presentan estado crítico, porque se está demandando más de la oferta que tienen debido al uso doméstico, urbanizaciones que abastecen cabeceras urbanas, hoteles pero también industria, el comercio”, sentencia.
Vélez agrega que la presión hacia las cuencas es tan fuerte que muchas quebradas en la región, ante un sol fuerte por ocho días, empiezan a presentar problemas de desabastecimiento afectando los acueductos municipales.
De acuerdo con datos de Cornare, la oferta hídrica de su jurisdicción, principalmente los 23 municipios del Oriente, se estima en 12,24 km cúbicos al año, que corresponde a 19.855 metros cúbicos anuales por habitante. La misma autoridad ambiental estima que luego de aplicar una reducción por calidad y por estiaje, la disponibilidad es del orden de 9.927 metros cúbicos por habitante cada año.
Crecimiento responsable
Coinciden expertos, autoridades e incluso los mismos constructores en que en el Oriente se debe dar un desarrollo más sostenible.
Eduardo Loaiza, gerente de Camacol Antioquia, enfatiza que hay voluntad del gremio por respetar el medio ambiente y las fuentes hídricas de la región.
Añade que hay un acuerdo para trabajar de la mano con Cornare en los procesos ambientales, pues “anteriormente la autoridad ambiental llegaba cuando el proyecto estaba construido y terminado, y ya se había hecho un daño”.
Al respecto, Carlos Mario Zuluaga, director de Cornare, revela que la construcción de 4.000 viviendas en el Oriente en los últimos siete años, debe plantear acciones inmediatas.
“¿De dónde van a sacar el agua esas nuevas viviendas, si el agua no está sino en los bosques?”, se cuestiona.
Zuluaga apunta que la mayor riqueza ambiental del Oriente, está en Argelia, Sonsón, Nariño, San Francisco y San Luis, pero lamenta que también allá existe la más grande pobreza ciudadana.
“El reto es saber cómo articulamos la gran riqueza del altiplano, donde hay industria, y llegan personas de estrato medio y alto a vivir, con otros sectores con condiciones mínimas en cuanto a infraestructura de vías, viviendas y temas ambientales”, aclara.
Educación, primera acción
La magnitud ambiental de Oriente se encuentra en la cuenca del río Nare, que representan el 62 por ciento de la jurisdicción de Cornare y comprende las cuencas de los ríos Samaná Norte, Nus y Negro, abarcando un área total de 5676,86 km cuadrados por territorio de San Vicente, El Carmen de Viboral, La Ceja, El Retiro, El Santuario, Guarne, Marinilla, Rionegro, Santo Domingo, Concepción, Alejandría, San Roque, San Rafael, Guatapé, San Carlos y El Peñol.
Sebastián Agudelo, coordinador de proyectos especiales de la corporación Municipios Asociados del Altiplano del Oriente antioqueño, Masora, establece que se estudian las dinámicas urbanísticas y el impacto medioambiental, para proponer acciones que contrarresten las problemáticas que puedan surgir con la acelerada construcción.
Expresa que como punto de partida para detener el daño en cuencas y quebradas se debe trabajar en educación, especialmente en las zonas donde están los nacimientos para que no haya asentamientos.
En ese sentido, el diputado a la Asamblea de Antioquia, Juan Esteban Villegas, recalca que el Oriente es una región rica en fuentes hídricas, pero la deuda está en el agua potable y el saneamiento rural.
“Hay grandes necesidades en infraestructura. En los 23 municipios del Oriente falta más acompañamiento para las empresas de servicios públicos municipales y juntas rurales. Que se les asesore en desarrollo, organización, ingresos, gastos y excedente. En manejo empresarial de ese sector de servicios públicos”, asevera Villegas.
En cuanto a ese componente educativo, Cornare avanza en capacitaciones a firmas constructoras. Zuluaga confirmó que lograron articular cerca de 55 empresas, públicas y privadas para hacer un fondo cercano a los 300.000 millones de pesos con el objetivo de que municipios lejanos como Argelia tengan cobertura universal en saneamiento básico rural, en estufas eficientes y proyectos productivos sostenibles.
“Que no solo sea conservar el bosque, sino establecer cómo les pagamos a los campesinos servicios ambientales para que los sigan protegiendo”, aclara Zuluaga.
Calidad de agua deficiente
Luz Stella Vélez recorre a diario el Oriente. Es su zona de trabajo y no deja de preocuparse por el deterioro que están teniendo las cuencas y quebradas de la región.
La experta anota que parte de la responsabilidad en el daño ambiental es de las Administraciones y sus entidades de planeación, que no han realizado las debidas exigencias a los constructores.
“Las planeaciones y empresas de servicios públicos deben ser muy juiciosos al saber de dónde se va a surtir de agua a las comunidades. Y no podemos separar el desarrollo, pero nos preocupa de dónde se va abastecer la gente que está llegando”,
Vélez es enfática al afirmar que el agua está deteriorada: “antes de que pase los cascos urbanos es buena, pero después hay vertimientos que no son óptimos y desfavorecen la calidad”.
Rionegro, agrega, padece la mayor afectación en el líquido. Ese municipio se abastece del río Negro donde, reporta Vélez, a su entrada al casco ya ha recibido químicos, por ejemplo, de floricultivos, minería y movimientos de tierra.
“La calidad de agua del río Negro es mala y eso hace que se encarezca su tratamiento, por los costos de insumos y químicos. Y todo va al bolsillo de los usuarios”.
Las investigaciones de Cornare también dan cuenta de que en la bocatoma de la quebrada La Pereira, en La Ceja, la calidad todavía es buena porque es aguas arriba. Pero, en partes en la que es abastecida empeora.
Lo contrario sucede con La Brizuela, en Guarne. Esta quebrada surte el acueducto municipal y es considerada una de las mejores fuentes hídricas.
“Está en una parte alta y en cercanías del Parque Arví, por el cuidado de EPM, es buena. Guarne es afortunado en calidad y cantidad”, asegura Vélez.
Rionegro urge de acciones
La situación de Rionegro, tanto en caudal como en calidad de su fuente abastecedora es la más preocupante de todo el Oriente.
Ana María Mejía, gerente de EP Río, explica que el río Negro es la fuente de captación de agua cruda y tiene como sustituta el embalse Abreu Malpaso, que está cumpliendo su vida útil, además de llevar mucho tiempo sin mantenimiento.
Por eso, indica, se debe buscar con urgencia plantas de tratamiento con otras fuentes para no depender solo de una captación.
“La idea es no ser dependientes por completo del río Negro. Estamos tranquilos con el caudal, las plantas de tratamiento y los tanques de almacenamiento que tenemos para los próximos 7 años. El problema es la fuente, pues sucede algo en esta, como un caso de contaminación, y nos vemos sometidos a un riesgo alto”, apunta.
Sin duda el Oriente sigue siendo exótico, atractivo. Una región de ensueño, pero para que siga siendo ese paraíso, autoridades y empresarios están de acuerdo con que se debe cuidar el agua y no seguirla extinguiendo por la apresurada construcción.
565.311
habitantes tienen, en total, los 23 municipios del Oriente antioqueño.
110.329
habitantes tiene Rionegro y en La Ceja son 49.523, los dos municipios más poblados.
6
embalses y 5 centrales hidroeléctricas en Oriente dan 29% de energía del país.