En sus 43 años de existencia el club Chapecoense ha tenido múltiples dificultades, pero ninguna tan triste ni tan desconsoladora como la del fatídico accidente aéreo.
Antes del 2009 estuvo al borde de la desaparición por problemas económicos, pero el vertiginoso ascenso de los últimos años lo solventó y lo salvó. En cinco años, pasó de la cuarta división brasileña a lo más alto del fútbol de ese país. En la actual Copa Suramericana cumplía su segunda participación internacional. En su primer intento, el año pasado, llegó a los cuartos de final del mismo torneo.
Chapecó, una ciudad de un poco más de 200 mil habitantes, vivía el acontecimiento más grande de su historia con esta final y terminó siendo su peor tragedia. Sin embargo, el vicepresidente del club, Ivan Tozzo, que no viajó y se salvó, agradeció la solidaridad.
Solo quedaron 9 jugadores de la plantilla profesional, más los tres supervivientes Alan Ruschel, Hermito Zampier Neto, y Jackson Follman. En total, 12 futbolistas para afrontar lo que viene: su reconstrucción.
“Es inmenso el gesto de Corinthians, Palmeiras, Sao Paulo y Santos, que nos ofrecieron jugadores sin costo para que podamos estar la próxima temporada, pero por ahora hay mucho dolor y no pensamos en eso aún”, dijo un compungido dirigente.
Contó también de la petición que hicieron los clubes brasileños para que Chapecoense no pueda descender en los próximos tres años. “Todo lo analizaremos después, ahora solo duele esta situación y queremos que las familias se encuentren con los cuerpos para darles el último adiós”, agregó Tozzo con una voz quebrada por el llanto.
Este año jamás será olvidado por la triste tragedia, pero tampoco por la solidaridad que despertó el Huracán del Oeste, como se le conoce y, que pese al desastre, no dejará de soplar.