Cuando en la última campaña presidencial escuchaba las ocurrencias de algunos candidatos, preso del pánico, no me quedó otra alternativa que ayudarle a Juan Manuel Santos a hipnotizar a los colombianos.
Recuerdo que sentía tanto miedo, que no me dio vergüenza de convencer a mi suegra y a varias de mis tías que de no votar por Juan Manuel, habría una "hecatombe", por falta de su "Prosperidad democrática".
Cuando ganamos las elecciones, luego de terminar la ceremonia de posesión y mientras le agradecíamos a Dios y al Chamán, en la campaña los nervios nos invadieron, porque la orden era superar la gestión del hombre de los tres huevitos.
Sentimos terror cuando supimos que apenas tendríamos la fortuna de disfrutar de mi Presidente por solamente cuatro añitos, cuando nos sentenció que quería cumplir todas las metas para no buscar su reelección.
Ahora reconozco que en la mitad de nuestro mandato tendremos problemas para cumplir: Los militares muertos en emboscadas, los pueblos bombardeados y las vacunas de las bacrim no me dejan otro camino que reconocer que tenemos toteado el huevo de la seguridad.
Sé que por decir esto, nuevamente mi Presidente me llamará idiota útil, pero da igual. En su campaña ya me había ganado ese remoquete.
Temo que las grietas en este huevo terminen por quebrar los otros dos.
Sé que nuestras locomotoras de la prosperidad están lentas o varadas.
Sé que toda reforma que proponemos, se enreda o se retira, para dejar contento a todo el mundo: la de educación, la de salud, la de justicia, etc.
Sé que prometimos desmontar el cuatro por mil y no lo hicimos. Sé que aprovechando que no todo es plata, vendimos una tajada de Ecopetrol.
Como no vamos a cumplir todas las metas, con Santos vamos a buscar la reelección.
Debemos aprovechar que en Colombia no es al derecho, sino al contrario: por no cumplir, deberíamos renunciar, pedir perdón y desaparecer del tarjetón.
Ya tenemos todo listo para ganar la reelección: los políticos, que antes nos arrodillábamos ante Uribe, le dimos la espalda y ahora obedecemos a Santos.
Nuestra Unidad Nacional les dio la "mano" a todos los partidos y desaparecimos la oposición.
Para darle identidad al candidato, copiamos la moda de nuestros mejores amigos: a Chávez lo visten de militar, a Evo lo visten de indígena, a Correa de álbum de chocolatinas y a Santos casi siempre lo vestimos de chaleco de socorrista, para dar la impresión de que está en el lugar de la noticia, resolviendo él mismo los problemas. Aprovechamos que los colombianos creen que cuando Santos explica un problema, este de inmediato queda resuelto. No tenemos competencia.
Vamos a doblar la votación. Esta reelección va a ser pan comido.
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