No quisiéramos pensar que el aislamiento, la confidencialidad y el hermetismo con que se planeó el desarrollo de las conversaciones de paz con las Farc, en Cuba, comienzan a resquebrajarse y que algunas normas definidas para el proceso empiezan a violarse paulatinamente.
Esperamos que los salones del Palacio de las Convenciones de La Habana, reservados para que el Gobierno colombiano y la guerrilla pacten "la terminación del conflicto armado", no se conviertan en salas para, con distintos sectores del poder público y privado del país, hacerles focus group a las decisiones que tomen las partes frente a los cinco puntos de la agenda. A ver si son las indicadas, a ver si son las que les convienen a campañas y candidatos, a ver si son las de la apetencia de los movimientos ciudadanos que están montando su Marcha...
Que ahora el proceso de paz no comience a peregrinar, de puerto en puerto, en un Arca de Noé a la que se suben nuestros "animales políticos" a comportar lo mejor (y lo peor) de sus instintos electorales, ideológicos y burocráticos.
Aún no conocemos un solo acuerdo de las partes frente al uso, explotación y propiedad de la tierra y de los recursos naturales, y ya se adelantan reuniones de las Farc con seis congresistas que, sin un preaviso oportuno ante la opinión pública, se internan a destiempo en la mesa de Cuba para tener contactos polémicos e inconvenientes.
Que las Farc estén pensando en hacer política y quieran pulsar cómo se acercarán al Legislativo y a los partidos, que las Farc estén empeñadas en convertir en leyes lo que se defina en La Habana, que las Farc tengan ofertas para responder a las víctimas... eso que se defina en la mesa, que sea resultado exclusivo de las deliberaciones Gobierno-guerrilla y que esté atado a la inaplazable terminación del conflicto. Pero que no empiece a convertirse el proceso en la pólvora con que van a cargar baterías los jugadores de la próxima contienda electoral.
Nos preguntamos: ¿Presidente Juan Manuel Santos, usted tan sigiloso para hablar del tema, y su plenipotenciario Humberto De la Calle el doble de hermético, y ahora se autoriza una visita de senadores y representantes veleidosos, locuaces e interesados? Ojalá no se rieguen los contenidos de las conversaciones tan celosamente guardados hasta hoy. Ese espacio de interlocución no se le había permitido ni a la prensa, cosa que habíamos entendido.
Retomamos las declaraciones de la representante a la Cámara Ángela María Robledo, quien sostuvo que, curiosamente, Roy Barreras le había respondido que viajar a La Habana podría "perturbar los diálogos y que era un hecho partidista". Ahora vemos al presidente del Congreso, en un diálogo fluido y amable, posando para la foto con los voceros de las Farc.
Coincidimos con el senador Armando Benedetti en la necesidad de "descaguanizar" el proceso con las Farc. Ya fuimos testigos, hace una década, de aquella nefasta puesta en escena de la guerrilla con gremios, políticos y notables colombianos, además de figuras internacionales, para después dejarnos postrados ante sus contraprestaciones sangrientas. Esa paga tan habitual de los guerrilleros de "Tirofijo".
Ojalá este no sea el inicio del desfile de las especies del poder público y privado del país, escalerillas arriba de un Arca que puede naufragar ante el diluvio de opiniones adversas y de calculadas movidas políticas que se está desatando. No queremos ver otro proceso de paz haciendo agua.
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