Hay quienes se desconectan de las redes sociales porque el eco de lo que reciben les parece que aporta poco, dicen que es soso e improductivo.
Sin embargo, en la otra orilla hay quienes luchan porque sea útil, no sólo para su vida profesional y personal, sino en situaciones de emergencia o de convocatoria social.
Son los voluntarios digitales como lo es el ingeniero Juan David Correa, quien cree que un teléfono puede ser una de las pocas cosas que acompañe a una persona en el momento de un terremoto, como ha sucedido en los últimos episodios en Sendai, Japón, y en Haití.
En compañía de un grupo de apasionados del tema, ellos se encargan de generar mecanismos y dar a conocer cómo se puede utilizar la tecnología en situaciones claves.
Por ahora, privilegian a Twitter como el centro de la Brigada digital colombiana (#brigadadigital), una estrategia de ciberciudadanía creada por el Ministerio TIC.
Se han manifestado en la pasada ola invernal cuando utilizaron diversas estrategias para motivar la solidaridad no sólo para la recolección de donaciones sino a la hora de escuchar propuestas.
Sin embargo, el potencial de esta iniciativa de solidaridad 2.0 no se limita a un evento. Su filosofía, dice Correa, es "sumar fuerzas".
De hecho, trae a colación una cifra: durante el terremoto en Japón se llegó a contabilizar 1.200 mensajes de texto por segundo.
Durante una crisis, la rapidez con la que se obtenga información es básica para tomar decisiones, agrega Correa. Por ello, un medio, como una red social que incluye ubicuidad, concisión y geolocalización (cuando los celulares tienen GPS), quizás pueda hacer la diferencia.
¡Siempre lista!
Una de las preguntas que se hacen los usuarios de Twitter es cómo se prepara esta red para las contingencias o para operar en países donde hay censura.
Federico Builes, desarrollador de Software de StackBuilders, explica que en una época era frecuente ver que la popular "ballena" apareciera en la interfaz azul de Twitter. El mensaje era claro: había problemas para procesar el flujo creciente de mensajes. Sin embargo, basado en lo que se publica en el blog oficial sobre sus centros de datos, se deduce que aprendieron a "manejar cargas altas".
Indica que cuando se incrementa el flujo, deshabilitan funcionalidades que no son vitales como sugerir a quién seguir o el indicador de quién hizo retuit. Con ello destinan todos los servidores, en su totalidad, para garantizar la respuesta. Además, poseen la información en varios centros de datos en el mundo con lo cual si uno falla otro lo respalda.
Hay estrategias también que permiten, en situaciones extremas, utilizar plataformas como Tor para asegurar el anonimato de los usuarios, o permitir al mismo Twitter convertir SMS en tuits.
Lo que se equipara a lo que sucedió en Egipto recientemente: los ciudadanos llamaban a un teléfono y la plataforma de Google los convertía en mensajes.
La tecnología está lista para crear ciberciudadanía. Sólo falta que los usuarios les den el uso que aporte. He ahí la diferencia.
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