La filosofía de los transgénicos en la cadena alimentaria se basa en la mejora de las especies utilizadas, con el fin de que sean más perdurables y más resistentes a los agentes externos.
A medida que transcurre el tiempo y los transgénicos se extienden por los campos de muchos países en vías de desarrollo, la ciencia ha ido detrás de su estela intentado averiguar las consecuencias que esta expansión pueda tener, no solo en el medio ambiente, sino también en la salud humana.
Poder multinacional
Recientemente, se han celebrado en Madrid las Jornadas Científicas Internacionales sobre Transgénicos, en las que han estado presentes ONG como Amigos de la Tierra, Greenpeace, Ecologistas en Acción y Plataforma Rural, además de científicos llegados desde distintos puntos de Europa.
"Hemos escuchado las últimas investigaciones que han hecho científicos europeos y españoles y hemos confirmado que hay motivos con base científica sobre los impactos del transgénico sobre el medio ambiente; los perjuicios que genera sobre los insectos, los suelos?. Además de las dudas que crea sobre los impactos que pueda tener sobre la salud. Ya hay evidencias de los daños que produce sobre animales de laboratorio en riñón o hígado. Así, pues, existen pruebas científicas suficientes como para aplicar el principio de precaución", dice David Sánchez Carpio, responsable del Área de Agricultura de Amigos de la Tierra.
La crisis alimentaria que afecta al planeta desde hace años ha permitido a determinadas multinacionales acumular beneficios récord, al aumentar de forma exponencial el precio de las semillas transgénicas y de los agroquímicos que venden a los agricultores.
En busca de respuestas
Carmen Jaizme-Vega es doctora en ciencias biológicas, directora del Departamento de Protección Vegetal del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) y presentó en las Jornadas Científicas Internacionales sobre Transgénicos su propia experiencia y las conclusiones de sus estudios científicos.
La doctora explica cuál es el objetivo de las transgenia: "Los transgénicos son la aplicación de una biotecnología sobre las plantas con el fin de adaptarlas a un medio, o de mejorar su actitud frente a una enfermedad o estrés. Para ello se le transfieren (transgenia) el gen de otro ser vivo, que en el caso de las plantas transgénicas más usadas no se trata de un gen de otra planta, sino el gen de un organismo, de un bacilo o bacteria. Ese es el problema de la plantas que se consumen".
Los resultados que se quieren obtener mediante este proceso de laboratorio, explica Jaizme-Vega, son "la mejora del fortalecimiento de la planta y que su cultivo sea lo menos problemático posible. En algunos casos, por ejemplo, que se gaste menos en productos insecticidas".
El problema es que todavía no se ha demostrado que su consumo no afecte a la salud del ser humano, porque, como señala la doctora, "los efectos perjudiciales pueden darse a largo plazo, pero no hay investigación responsable que demuestre que las plantas transgénicas sean malas para su consumo. Lo que hay son evidencias científicas de que son perjudiciales para el medio ambiente porque esos genes que se pasan de una especie a otra, se liberan en el suelo, a la materia orgánica y se introduce en la cadena trófica".
La investigadora afirma tajantemente que "los investigadores que defienden los transgénicos han hecho experimentos, pero nosotros no confiamos en sus resultados porque, ni tienen el tiempo suficiente, ni se han hecho en las condiciones que consideramos tienen que tener. Tampoco a nosotros nos dejan investigar libremente, porque si tuviéramos las mismas oportunidades, a lo mejor, no estaríamos hablando así, confrontaríamos los resultados".
En cuanto a la actitud de la población frente al consumo pasivo de estos cultivos, a los que muchas veces se accede sin conocer su origen, Carmen Jaizme-Vega opina que, "los científicos tenemos que ser honestos, no transmitir un mensaje catastrófico ni radical diciendo que todos los transgénicos son malos, porque no es verdad. La insulina que es derivado de una transgenie no es mala. Lo que es malo es la liberación de transgénicos al medio ambiente sin tener conocimiento".
Existe, sin embargo, un cambio sustancial en la actitud de la gente. "Yo sé que hay una maquinaria económica y empresarial que ya no la para nadie, pero la gente cada vez es más crítica porque está muy decepcionada. Es el momento en que nosotros podemos aportar información o, aunque sea, la incertidumbre. Solamente con que la gente recapacite, dude y se lo plantee, ya me parece que es suficiente".
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