Mucho antes de la llegada de Garrincha, Pelé o Zico, existió un crack brasileño que conmocionaba a ese inmenso país. Era una especie de genio del fútbol, letal en el área chica, con la pinta de Rodolfo Valentino, la actitud de un rock star y el encanto del más afamado galán del Hollywood del momento.
Un personaje de película, que el director José Henrique Fonseca tardó en llevar a la pantalla gigante cinco años, y que es interpretado por Rodrigo Santoro , considerado el actor latino consentido de Hollywood en el momento.
Cuando a Rodrigo le ofrecieron Heleno, no sabía bien de quién se trataba. Fue sentarse a conversar con su abuelo de 95 años de edad, para conocer la dimensión de este jugador de fútbol. "Él lo vio jugar. Pasamos horas hablando de lo que fue Heleno en los años cuarenta. De lo que generaba y cómo fue el jugador más mediático de su momento", comentó Santoro.
Con 36 años, nacido en Río de Janeiro, cumplió uno de los sueños de juventud, convertirse en un jugador de fútbol profesional, así fuera sólo en la ficción, porque "qué brasileño existe que no quisiera jugar fútbol", y él lo hace en esta vistiendo los colores del Botafogo. Actúa también Angie Cepeda.
"No es una película de fútbol, nos concentramos en el personaje. Era un abogado de la alta sociedad carioca de los años 40 que jugaba fútbol solo por placer".
Santoro afirma que las nuevas generaciones de brasileños poco conocen de Heleno. Sin embargo, quienes lo vieron jugar y aún viven, afirman que siempre había que ir a verlo, por su genialidad técnica, pero también por sus peleas, tanto fuera como dentro del campo, sin contar su gran afición a la noche.
"Era un Rodolfo Valentino , un rockstar, un hombre que sabía vivir con lujo, con paños traídos de Inglaterra, confeccionados a mano por el sastre del presidente de Brasil, así como ser el primer brasileño en importar un Cadillac".
Por sus excesos y mal comportamiento, además de la crisis económica que llevaba el club, Botafogo vendió su pase al Boca Juniors de Argentina, convirtiéndose en el jugador mejor pago de América Latina en su momento, pero él sólo pensaba en volver a Brasil, a la fantástica noche de Río de Janeiro.
"Era un jugador adelantado a su tiempo, jugaba para la hinchada, como lo hacen hoy en día los futbolistas. En su momento era irreverente, único provocador. Si la hinchada rival se burlaba de él por sus poses de galán, hacía un gol e iba a peinarse delante de ellos".
La vida le pasó factura. Durante años ocultó su enfermedad: sífilis, que se volvió crónica, enloqueció en sus últimos años, hasta fallecer en 1959, a la edad de 39.
"En I love you Phillip Morris, hice el papel de un hombre con Sida. Para estos dos casos investigué profundamente, porque tienes que hacerlo con respeto y delicadeza. Puedes caer fácilmente en los estereotipos y eso nunca es bueno para un actor, y menos en este tipo de personajes".
Son más de 17 años de labores actorales de este brasileño, haciendo un recorrido por el cine y la televisión de su país, para luego, desde hace una década, cuando hizo parte de Abril despedacado, una de las grandes obras de Walter Salles. Su personaje detonante, sin embargo, fue Lady Di , un travesti preso en Carandiru, la película de Héctor Babenco.
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