Es muy probable que dentro de una semana los candidatos uribistas a la Gobernación de Antioquia y a la Alcaldía de Medellín estén derrotados. Hasta hace poco era impensable que el departamento que lo vio nacer y donde le tienen el mayor cariño y admiración a Álvaro Uribe, tan solo catorce meses después de haber dejado la Presidencia, esté a punto de darle la espalda de esa manera.
¿Por qué está a punto darse este resultado electoral? ¿Qué pasó? Los dos candidatos, Federico Gutiérrez y Carlos Mario Estrada, son muy buenos, en el departamento de Antioquia hay un sentimiento uribista muy fuerte, y hay un reconocimiento del partido de la U muy grande.
Si estuviéramos hablando de Bogotá sería fácil de entender el fenómeno. La hipocresía de la gran clase dirigente bogotana y de la gran mayoría de los medios es y ha sido una constante histórica. A rey muerto rey puesto, es la tradición solapada de esa gran clase cachaca que casi siempre se arrima al árbol que da más sombra. Pero no, estamos hablando de Antioquia, donde existe una identidad regional y un orgullo paisa que ha sido símbolo de exactamente lo contrario. Claro, están los sectores tradicionales de la izquierda más dura paisa que sin duda nunca le perdonarán a Uribe nada y que al son de radicales como la exalcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas, equiparan de manera descabellada el gobierno anterior con cualquier dictadura del tercer o cuarto mundo.
Desafortunadamente, ese sector tiene gran vitrina, especialmente en los medios nacionales, y la verdad, le ha hecho daño a la imagen de Uribe.
Lo que sí es inentendible es el silencio de gran parte de la sociedad antioqueña ante esa gran campaña de desprestigio contra Uribe y que seguramente se va a expresar de manera muy concreta en la derrota del uribismo en la tierra que lo vio nacer. La soledad de la lucha de Uribe por defender el legado de la seguridad, la confianza y la cohesión social da tristeza y desilusión. Pero quizás causa más perplejidad que sectores empresariales importantísimos, liderados por prohombres antioqueños como Nicanor Restrepo, uno de los duros de Suramericana, no hagan sino denigrar de la gestión de un Presidente que los enriqueció de gran manera y les dio la seguridad que hacía décadas no sentían. El expresidente Uribe cometió errores. Le salió a demasiadas peleas y quizás no impulsó sus candidatos y una unidad con los mejores en el momento indicado. Siempre ha sido Uribe un hombre de respeto a las instituciones, incluyendo las partidistas, y por eso muchos sectores incluso afines prefirieron imponer su egoísmo a la visión grande del líder histórico de la U. Además, confió demasiado en su carisma y en la capacidad de endosar su imagen y sus votos. A las manifestaciones multitudinarias la gente lo iba a ver a él y muchas veces no tenían ni idea quién era el candidato que lo acompañaba.
Además la U apoyó a candidatos a ambos cargos en Antioquia que después o renegaron de ese apoyo, como el caso del alcalde de Medellín, o se hizo el de la vista gorda, como el caso del actual gobernador. Finalmente Uribe, quien siempre hace las cosas por convicción y no por encuestas, en el caso de las campañas ha debido pararle un poco más de bolas a la preferencia política de los paisas.
Queda un sabor amargo de deslealtad, indiferencia y soledad viendo a Uribe sudarla por sus candidatos en todo el país. Lo de Antioquia sí que sorprende. Pero en esta Colombia desmemoriada no sorprende nada. En juego largo hay desquite y las elecciones a Congreso de 2014 están a la vuelta de la esquina. ¿Se imaginan una lista de la U a senado encabezada por Uribe? Yo me apunto.
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