El nuevo movimiento del expresidente Álvaro Uribe ya mostró, desde el inicio y muy rápidamente, debilidades en su filosofía. Alarmante pero predecible.
La primera grieta surge del hecho de estar mal llamados. El Puro Centro Democrático reúne varias corrientes de la derecha colombiana, mas no representantes del centro político. Un nombre caricaturesco para un movimiento deslucido.
Y aunque se autodenominan un frente antiterrorista, son un bloque pro uribistas. Lo uno puede significar lo otro, pero no irremediablemente. Y eso es una debilidad que va a llevar a diferencias importantes entre los posibles precandidatos y su precursor.
La segunda fisura nace de crear un movimiento detrás de una persona y no de un pensamiento político. Lo mismo pasó con el partido de La U y los resultados son evidentes. Nadie discute la crisis por la que atraviesan desde que su inspirador, el dueño de la U, fue desplazado por Santos. Perdieron identidad.
Cuando se monta una corriente en torno a una persona, se reúnen pensamientos políticos distantes como el de la ultraderecha, expresada en Fernando Londoño, hasta el de la derecha de centro, como el de Óscar Iván Zuluaga. Un arroz con mango.
Pero como todos los inventos del táctico José Obdulio Gaviria, es un golpe de comunicación audaz y efectista que genera un imaginario hipnotizador en la opinión pública. Sobre todo en la desinformada.
Y es que José Obdulio no tiene el temple de un gran estadista, pero imparte estrategia política como si lo fuera.
¿Cuál es esa imagen que pareciera quiere crear Gaviria? Que la derecha, su derecha, ahora es el centro político, moviendo y desplazando el centro, hacia la izquierda en el debate. El mensaje, equivocado, que se genera es que los que no están con Uribe están con la izquierda.
Falso.
Y en un país donde la izquierda se relaciona, erradamente, con la guerrilla, la polaridad y división que se quiere plantear es que se está con Uribe o se está, por lo menos en una posición débil, con la guerrilla.
Falso de nuevo.
Afortunadamente Zuluaga ya mostró que tiene un temple valiente para el reto que quiere asumir y tomó una distancia importante del estratega de su movimiento. Arriesgado.
No sólo al dejar saber que para él las palabras de José Obdulio no representan las del expresidente, diciendo que Uribe no tiene intérpretes ni intermediarios, pero la verdad es que sí tiene mensajeros; sino además al agregar que si José Obdulio tiene teorías, lo más conveniente sería que fuera precandidato para exhibirlas a nombre propio. Acertado, pero hay que ver cómo le funciona esta apuesta a Zuluaga.
Por ahora lo que sí está definido es que Uribe se paró en la campaña política de manera abierta. Está en su derecho y es mejor hacerlo así que trinar por trinar. Pero denominó equivocadamente el lugar donde se situó, puesto que no es el centro. Su movimiento y él, tienen que definir sus posturas por lo que son: de ultraderecha unas y de derecha el resto. No hacerlo es desnaturalizar su esencia e intentar engañar a la opinión pública.
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