El municipio de Medellín será sometido a una reingeniería para prestar un mejor servicio a la comunidad, con eficiencia y transparencia.
Un propósito inobjetable, pero que, como todo proceso de cambio, seguramente tendrá obstáculos y dificultades.
La modernización de las entidades territoriales no es una tarea fácil, así los beneficios para la comunidad sean ostensibles. Particularmente, de aquellas que por su tamaño, como es el caso de Medellín, que con 5.400 servidores públicos en su ente central, 567 contratistas directos y 4.500 que prestan servicios a otras entidades municipales, tienen tendencia a la burocratización y a volverse paquidérmicas.
Creemos que el cambio que abre el decreto 1364 de 2012, expedido por el alcalde Aníbal Gaviria , al amparo de las facultades extraordinarias otorgadas por el Concejo, que avala la nueva estructura administrativa, tiene las mejores intenciones.
A diferencia de lo sucedido en la administración de Luis Pérez , con base en los decretos de saneamiento fiscal, no se trata de una “reestructuración”, que implique una masiva desvinculación de funcionarios.
Sin embargo, tras una evaluación de su eficiencia, que arrojó altos niveles de insatisfacción, a unos 400 trabajadores vinculados al mantenimiento de la malla vial, entre otras labores de la Secretaría de Obras Públicas y Ambiente, se les ofreció un programa de retiro voluntario y apoyo a emprendimientos propios.
Al mismo tiempo se anuncia la creación de 567 cargos para reemplazar tareas que hoy se realizan bajo la modalidad de contratación de servicios.
Lo que se busca es el fortalecimiento institucional para dotar a la ciudad de una gerencia eficaz y moderna, donde cada dependencia, y todos los funcionarios, desempeñen de la mejor manera posible la labor que les corresponde. ¿Están los propios empleados preparados para afrontar este reto?
Los ciudadanos sentimos, muchas veces, el peso de los trámites ante la deficiente atención de algunos funcionarios o elevamos nuestras quejas por los problemas que enfrenta la ciudad por una mala gestión.
Por ello, confiamos en que esta modernización logre mejorar la relación con los ciudadanos, con extensión de horarios, teletrabajo y contratación de personal más calificado.
Siempre que no implique más burocratización resulta interesante la creación de vicealcaldías, para hacer más operativa la arquitectura institucional y garantizar el cumplimiento de las obras e inversiones previstas en el Plan de Desarrollo.
Medellín ha sentido los positivos efectos de un proceso de transformación urbana y social que ahora requiere para alcanzar un desarrollo más equitativo e incluyente, una administración dispuesta a escuchar al ciudadano y estar más cerca de su anhelo de salir adelante.
Aspectos cruciales como el de la movilidad y la protección ambiental deben estar en estas prioridades, al igual que fortalecer la participación de la comunidad en obras de beneficio comunitario, y el fomento a las alianzas público-privadas para la generación de empleo digno, con apoyo a la innovación y el emprendimiento.
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