Más que como un parpadeo, los primeros 100 días de presidencia de Barack Obama en Estados Unidos, se han ido como un huracán. La inmensa expectativa con la que el mundo vio al afroamericano jurar como primer mandatario, se ha ido decantando por hechos concretos en dos frentes tan diversos como urgentes: recuperar la economía local y restablecer la confianza en la política internacional.
Con un paso contundente Obama logró primero aprobar un extenso paquete económico de 787 mil millones de dólares que ha inyectado estabilidad en el corto plazo a la economía de su país pero del que aún se desconocen sus verdaderos alcances.
En la política exterior, ha cumplido aquello que dijo en su discurso inaugural de "tenderle la mano a aquellos que suelten el puño" y ha hablado de reconciliación con Rusia, Irán y Venezuela; por poner solo tres ejemplos. Una amabilidad que al interior de E.U. también se ve con recelo por las consecuencias de una política blanda frente a los "enemigos".
Con América Latina, Obama decidió enfrentarse por el tema más sensible: Cuba. Disminuyó las restricciones para viajes a la isla por parte de los cubano americanos y, en la Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, dio un discurso conciliador que caló en amigos a la súper potencia como Colombia, o enemigos temporales del estilo de Nicaragua, Bolivia y Venezuela.
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