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Las carreteras de Colombia

  • Las carreteras de Colombia | Juan José Hoyos
    Las carreteras de Colombia | Juan José Hoyos
23 de abril de 2011
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Cuando veo los desastres causados por las lluvias en las carreteras, los deslizamientos, los ríos desbordados, los camiones volcados, los accidentes, me hago esta pregunta: ¿Por qué las carreteras de Colombia son así?

Entonces recuerdo al sabio y su martillo. Se llamaba Alfredo Restrepo. Era un ingeniero graduado en la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Medellín, donde fue profesor de varias generaciones de ingenieros durante muchos años. Después, trabajó como geólogo en la Secretaría de Obras Públicas de Antioquia. Tuve la suerte de recorrer a su lado muchos kilómetros de las carreteras de Antioquia hace más de 25 años.

Cuando salía de correría, su equipaje cabía en un pequeño maletín. Su única herramienta era un martillo para golpear las piedras y recoger fragmentos de rocas. Por el camino, hacía detener el carro y bajaba de él en forma intempestiva en los lugares más inesperados. La causa: una piedra que había visto en un talud. Después de examinarla en silencio decía nombres en griego o en latín. Algunas las guardaba. Cuando atravesábamos un tramo de la carretera con el pavimento cuarteado, bajaba del carro y examinaba el lugar. Después decía: esto es una reptación. O se preguntaba en voz alta, mirando las montañas y señalando los colores de la tierra: "¿Por qué hicieron esta carretera por aquí? Esta es una falla geológica que viene desde Tierra del Fuego".

De regreso, me contaba historias de las carreteras troncales que unen a Medellín con el resto de Colombia. De los trazados amañados para complacer a un jefe político. A veces me decía cosas que yo no comprendía. Por ejemplo, que para ir de Medellín a los puertos de la costa Atlántica no es necesario subir al altiplano del Norte. Entonces me hablaba de carreteras que no existían, y de rutas dibujadas en mapas. A la que iba hacia la costa, sin pendientes de más del 5%, la llamaba la Troncal del Bajo Cauca. Según él, solo había que seguir el curso del río Porce para llegar a las llanuras del Bajo Cauca sin tener que remontar grandes montañas. Decía que con el combustible ahorrado en veinte años el Departamento de Antioquia recuperaba la inversión en la obra.

De los ferrocarriles y la navegación fluvial prefería no hablar. Yo sabía que él había trabajado en la preservación del muelle de Puerto Colombia. "Eso es una tragedia nacional" decía, y en seguida me contaba la historia de un tramo de la carretera entre Medellín y Puerto Valdivia que era el kilómetro más costoso de la red de carreteras de Colombia. Me explicaba que los tractores del Ministerio de Obras Públicas se pasaban todo el año tratando de rellenar con rocas sobre una falla geológica para evitar que la vía colapsara.

En resumen, me decía, no se le olvide que en Colombia los caminos coloniales se trazaron casi todos sobre los antiguos caminos indígenas. Los españoles no construyeron grandes caminos. Mejoraron los que ya existían. Luego, las carreteras del siglo XX se construyeron en su mayoría siguiendo esas rutas o las rutas de los arrieros.

Pienso en sus palabras y recuerdo las fotos de los grandes vapores que navegaban por el río Magdalena, entre Barranquilla y Puerto Salgar. Luego, pienso en los ferrocarriles. ¿Puede un joven colombiano de hoy imaginar que su abuelo tomaba un tren en Bogotá e iba hasta Santa Marta? ¿Puede un pasajero que toma un bus en Medellín para ir hasta Cali pensar que sus padres tomaban un tren en Medellín y se bajaban en Buenaventura?

Colombia se demoró más de un siglo construyendo una red de ferrocarriles de más de 3.600 kilómetros y la abandonó en veinte años, decía Alfredo Restrepo cuando ya estábamos a punto de regresar a Medellín y cruzábamos alguna vieja carrilera abandonada. Según él, haber desmontado el sistema ferroviario construido entre 1869 y 1995 es el peor desacierto de la dirigencia colombiana en el siglo XX. Además, es inexcusable porque la decisión se tomó para facilitar el auge del transporte automotor por carretera debido a las nuevas políticas del Banco Mundial y de las multinacionales del petróleo.

Veo los desastres causados por las lluvias en la red de carreteras y pienso que el sabio tenía razón. Colombia no tiene hoy ferrocarril, ni transporte fluvial, ni puertos eficientes. A los viejos caminos indígenas se los tragó la selva. Los caminos reales fueron abandonados. Y las carreteras? Los derrumbes y el mal estado de muchas de ellas tienen que ver con las lluvias y el desbordamiento de los ríos. Pero también son obra de dos siglos de desidia, estrechez de miras y corrupción del Estado colombiano y de sus dirigentes.

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