Mucho se ha escrito acerca del sexagésimo aniversario de la Dimayor. Nació en 1948 para darle forma al fútbol profesional. Pero fútbol fútbol, organizado, competitivo e incluso semiprofesional hubo desde mucho antes. Esa historia la han empezado a contar Guillermo Zuluaga (" Empatamos 6-0 ") y Jorge Mario Betancur (en " Rey de corazones ").
Pero falta mucho por hacer al respecto. La Dimayor ni siquiera tuvo el respeto de rememorar a los equipos profesionales de hoy que son más antiguos que ella, sobre todo, al dueño de la tradición más antigua y venerable, al decano del fútbol colombiano, al Deportivo Independiente Medellín.
Historias del Poderoso sí se han contado. A pedazos, con mezclas de recortes de periódico, estadísticas, testimonios personales, pero hay que hacer algo digno y respetable para cuando celebremos el primer centenario de la camiseta sagrada. Hay que ponerse serio con esto de la celebración en el 2013 y "Sueños del balón" debería, ya, nombrar una comisión para organizar el festejo. La celebración de los 95 años sólo nos deja una camiseta bonita, un pin menos bonito y un precario acto donde lo más imaginativo fue un collar de arepas.
En 95 años pasa de todo. Para los hinchas lo más memorable son nuestras estrellas, algunos partidos, un puñado de hinchas legendarios y jugadores, muchos jugadores. Como en un equipo por el que han desfilado varios de los mejores jugadores de Suramérica y del país. Algunos fugazmente, otros sin dejar huella, pero todos encarnando la pasión del Poderoso.
Aprovechemos la avalancha de selecciones hechas por expertos, votaciones populistas por internet y otros ejercicios insatisfactorios para proponer una alineación ideal del Medellín de todos los tiempos. Una titular podría ser con Efraín "Caimán" Sánchez en el arco; una defensa de tres hombres "Canocho" Echeverri, Jorge Olaechea y Luis Carlos Perea; el medio campo sería con José Velásquez (el gigante peruano), Leonel Álvarez, John Javier "Choronta" Restrepo, Omar Orestes Corbatta y José Manuel "Charro" Moreno; adelante José Vicente Grecco y Adolfo "Tren Valencia".
Sería magnífica pero injusta: ¿Por qué no Hugo Sotil, el mejor jugador peruano de todos los tiempos, y Carlos Valderrama, el mejor colombiano? ¿Acaso grandes figuras de la casa, sin mucha farándula, no hacen falta? Digamos: John Wilmer "Pelusa" Pérez, Álvaro Escobar, Carlos Castro, Mario Agudelo, Ponciano Castro. Los hombres que nos dieron las últimas estrellas y que algunos ya empiezan a olvidar: David González, Andrés Orozco, Mauricio Molina, Jorge Horacio Serna. Los que nunca consiguieron títulos pero se convirtieron en emblemas: Uriel Cadavid, José Zárate, Eduardo Malásquez, Oscar Juárez, Luis Barbat, Luis Octavio Gómez.
Una saga antigua, que no tiene fin, que alimenta ilusiones y que no perecerá entre las contingencias del mundo en que vivimos. Una saga que cobra bríos en otra final que disputamos, una final de verdad, seria, que enfrenta a los dos equipos más antiguos de Colombia, a los menos glamorosos, a los más arrastrados, a los equipos de aficiones con sangre en los ojos.
Pico y Placa Medellín
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