"Beatricilla, con Chiqui". Estas fueron las palabras de Juan Guillermo Arredondo este lunes 18 de julio, a la 1:23 de la tarde. En mi celular quedó marcado su número. Ese del que ya no podrá contestar.
Me llamaba a cumplir una promesa: mi hijo, Pablo Andrés, sí podría acompañarlo a grabar su próximo documental. Llamó a decirme que las grabaciones estaban demoradas. Fue una despedida sin él darse cuenta, sin yo presentirlo.
Juan Guillermo Arredondo, guionista y director de documentales, murió en la mañana de este 19 de julio al sufrir un infarto. Estaba en Quibdó, Chocó, una tierra que conocía desde sus entrañas, pues varios de sus cortometrajes se hicieron allí y mostraron su gente, sus cantos, su selva, sus ríos oscuros. Su verde espeso.
Le decían Chiqui a quien fuera uno de los documentalistas más importantes de Colombia. Deja un hijo, Agustín, quien se convirtió en el ser más importante para él, iluminó su vida y le dio nuevos ánimos para emprender proyectos de largo aliento.
Juan Guillermo nació en Medellín en 1957, estudió Comunicación Social-Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. Sus primeros trabajos en el cine fueron en Rodrigo D no futuroy Los Músicos , dirigidos por Víctor Gaviria, su maestro y amigo, y en Visa Usa , de Lizandro Duque.
Con la también documentalista Martha Hincapié, fundo Luz Artificial y entre 1991 y 1999 realizaron Alas sobre la selva, Un salve a la música y la serie Niños Colombia fin del milenio.
Más adelante, títulos como La mirada de Óscar, Los caminos de erupuma, Saberes, El último viaje de los hermanos y Los días del agua , surgieron al lado de María Milena Zuluaga, con quien tenía la empresa Manigua Tantán.
Había comenzado a hacer ficción con Resorte , una obra sobre un circo que estrenó en marzo de este año en Andes, y tenía el proyecto de un nuevo documental. Por eso estaba en Quibdó, haciendo producción para este otro sueño que quedó inconcluso.
Los seguidores de la obra del Chiqui sienten que su trabajo lograba ir al fondo con un enorme respeto por las personas que entrevistaba y por los lugares que escogía, como Marmato, Río Claro, la Sierra Nevada o las húmedas tierras de Chocó.
Respeto en el que él insistía para no maltratar a las comunidades. Así lo dijo en una entrevista para Generación publicada el pasado 13 de marzo, cuando explicaba que prefería invisibilizarse, para que la gente narrara sus propias experiencias. El documental le permitió encontrarse con otras voces y hacer algo que le encantaba, viajar.
Su interés estaba concentrado en las minorías colombianas, que él hizo visibles, con una obra que, además, tenía un mensaje de cuidado del medio ambiente.
Hoy, a las 4:00 de la tarde, en la casa de Cristina Toro, del Águila Descalza, sus amigos le rendirán un homenaje.
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