Frank Gehry, arquitecto canadiense. Estudió en Harvard y vivió en París, donde se nutrió de las obras de Le Corbusier y otros clásicos europeos, pero haciendo todo lo contrario en su carrera profesional.
En 1989 ganó el Premio Pritzker de arquitectura, equivalente al Nobel. Además cualquier cantidad de medallas, menciones y reconocimientos.
Su arquitectura es absolutamente revolucionaria, sus obras son retorcidas, distorsionadas, más parecen esculturas de chatarra que espacios para habitar.
Su muy conocida obra, el museo Guggenheim, de Bilbao, es una explosión en láminas metálicas de titanio con una estructura interior complicadísima, que deja con la boca abierta a cualquier espectador. Los arquitectos terminamos recordando más el edificio que las obras que se exhiben en el museo.
Es un hito para la ciudad y cambió totalmente la vocación industrial de Bilbao, convirtiéndola en una ciudad que se desarrolló turísticamente a su alrededor.
La arquitectura de Gehry es motivo de amplios debates pero es innegable su originalidad y el impacto que genera en su entorno.
El hotel del viñedo Marqués de Riscal en el pueblito El Ciego, en España, es otro ejemplo impactante. Contrasta el entorno pastoril de las colinas cultivadas en vides y las casas sencillas de piedra con la ruidosa arquitectura metálica del hotel, contorsionada en colores violeta, verde y plata. Algo que muchos lugareños rechazan pero aprovechan el auge que tomó la región con la cantidad de visitantes que llegan a conocer la obra y disfrutar de un recorrido por la cava de las bodegas.
La silla Little Beaver (en la foto), fabricada en cartón corrugado en 1980 para Vitra, es un ejercicio de la utilización de materiales ecológicos en aplicaciones novedosas. Desde 1970 experimentó con cartón en las sillas Wiggle y Rocking, inicialmente pensadas para producción en serie que se convirtieron en piezas únicas de colección.
*Arquitecto y diseñador industrial con máster en diseño y tecnología del mueble en Inglaterra.
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