Mientras en Venezuela se demuele lentamente el edificio de una democracia que mucho costó construir, la comunidad internacional calla frente a la evidente violación de las normas y el modelo político de este país que han conducido a una grave enfermedad de la democracia venezolana; más duradera, dañina y contagiosa de la que dicen puede tener su presidente.
Seguir especulando sobre el estado de salud de Chávez es una pérdida de tiempo, lo que importa y debe llamar la atención de la opinión pública internacional es el grave estado de salud de la democracia venezolana y por consiguiente de la supuesta separación de poderes en este país.
El reciente fallo del máximo tribunal de justicia de Venezuela consideró que no era necesaria una nueva toma de posesión del Presidente, rompiendo así el artículo 231 de la Constitución venezolana que indica: "El candidato elegido tomará posesión del cargo de Presidente de la República el 10 de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional… Si por cualquier motivo el presidente no puede tomar posesión ante la Asamblea Nacional, lo hará ante el Tribunal Supremo de Justicia". Ni lo uno ni lo otro y así, el Tribunal en cuestión interpretó la norma a su manera y conveniencia considerando que la posesión de Chávez no era necesaria, pues "no hubo interrupción en el ejercicio de su cargo". Qué belleza.
Ya sabemos que el régimen venezolano mueve masas utilizando todo tipo de maniobras para aparentar un amplio respaldo popular ante esta clase de arbitrariedades, lo que extraña es el silencio sepulcral de los organismos multilaterales ante el evidente quebranto de la Carta venezolana. Muy buenos estos organismos internacionales para el protocolo, la realización de cumbres y las declaraciones grandilocuentes; muy tímidos para expresarse con claridad y contundencia ante casos realmente importantes como el que hoy vive Venezuela.
El estado de salud del teniente coronel y de cualquier persona, son asuntos propios del Creador y del círculo íntimo familiar, pero el respeto por las leyes sí es asunto de los tribunales, los políticos y también de los organismos multilaterales, ahí no caben falsas prudencias y medias tintas.
Los países y líderes verdaderamente democráticos deberían pronunciarse frente al abuso de las leyes en Venezuela y la lenta demolición de su democracia, en donde los tribunales parecen más oficinas del gobierno que poderes autónomos y controladores del Ejecutivo. La excesiva prudencia y silencio ante la ausencia de Chávez y la violación de la Constitución venezolana terminará haciendo un daño irreversible, pues el mundo entero contempla cómo lentamente se instaura una dictadura en medio de la permisividad y silencio de los países y sus líderes.
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