Si hacemos caso a la selección que Time (26/12/10) hizo de los diez hechos esenciales del 2010 la conclusión es que, el que acaba de pasar, fue un año amargo.
Por donde se le mire nos encontramos con tragedias. Catástrofes naturales como el terremoto en Haití y las inundaciones en Pakistán; calamidades políticas como las amenazas militares de Norcorea, el terrorismo desde Yemen, el ajuste económico en Europa, la guerra de las drogas en México y la revuelta de las "camisas rojas" en Tailandia. En mi blog (giraldoramirez.blogspot.com) he explicado mi pesimismo respecto al fenómeno wikileaks y mi idea de que no se trata de una buena noticia.
Las noticias buenas se redujeron a dos, siempre siguiendo a Time . El rescate de los mineros de Chile, que fue realmente una nota de esperanza derivada de una calamidad que ocurre a diario en el mundo por la mala gestión de la minería. Y el Mundial de fútbol en Sudáfrica otra similar, porque era la penúltima prueba de la superación de un país donde todavía se mata más que en cualquier parte del mundo y una cuarta parte de la población tiene VIH.
Las noticias colombianas no son mejores. Excepto la transición política, alabada en todo el mundo, lo demás fue trágico. Las secuelas de una justicia politizada y de una política criminalizada que mantienen un ambiente enrarecido en el país. La muerte de los mineros en Amagá, todo el año incluyendo diciembre. Los muertos de La Gabriela y los desastres del invierno sobre una infraestructura de mala calidad. Hasta los triunfos del Estado sobre sus retadores como Jojoyo Cuchillo , no dejan de tener su impronta necrológica.
Un simple ajuste de cuentas como ejercicio de fin de año no basta. Este panorama oscuro tiene que servir como alerta naranja global.
Está claro que el problema del cambio climático es serio. La negligencia con que los países ricos y las gentes ricas de los países pobres siguen consumiendo recursos y energía exige medidas drásticas y urgentes. Las últimas dos cumbres han sido precarias en resultados, al igual que las acciones civiles.
El terrorismo ha mutado en lo que Fareed Zakaria llama "microterrorismo". Según el analista, en 2010 hubo más ataques en Occidente que en cualquier año precedente. En Colombia, las Farc están convirtiendo su derrota política y militar en un homicidio sistemático de campesinos pobres y policías (lo que es lo mismo) mediante minas y emboscadas. Algunos analistas despistados han creído ver en esto una fortaleza. Es una equivocación, pero sí se trata de una exigencia para que el Estado adecúe la política de seguridad.
Las fallas de la democracia liberal ya son protuberantes. En Europa las instituciones han mostrado su ineficacia para canalizar las demandas de la población, que solo encuentra salida en las calles. En América Latina Chávez recurre a los mecanismos demoliberales para consolidar su autocracia populista, mientras en Bolivia el pueblo paga su ingenuidad con un ajuste neoliberal y en Colombia los jueces quieren suplantar a los gobernantes.
Los problemas ambientales, los desafíos a la seguridad, la esclerosis democrática, son tres retos que debemos afrontar en el futuro inmediato, que se suman a los de la superación de la pobreza y de la desigualdad.
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