Tiene los ojos rasgados cual descendiente de tierras orientales. Pelo "flechudo", característico de los japoneses. Bajo en estatura, camisa auriverde y ante todo mucha experiencia.
Él, jugador de tenis de mesa con Brasil, dice que el físico tal vez no lo acompaña, pero las innumerables participaciones en torneos internacionales, copas mundiales y Juegos Olímpicos, compensan los cuarenta años de edad que ya se sienten cuando se pone frente a la mesa.
Hugo Hoyama es el jugador más veterano, mas no viejo, como él mismo lo aclara, que participa en el tenis de mesa de los Suramericanos.
"Llevo más de 24 años jugando tenis de mesa. Entreno todos los días, aunque se siente el físico con el paso de los años ", dice el brasileño.
Hoyama es netamente del país auriverde. Sus padres, igualmente, nacieron en la tierra de la samba, pero los rasgos vienen de sus abuelos, unos japoneses que, por cosas de la vida, vinieron a parar a tierras americanas.
Desde San Bernardo, Sao Paulo, se vino con una convicción clara: ganar el oro de los Juegos. Está en plenitud de condiciones para lograrlo y por eso luchará, ya que "me siento veterano, mas no viejo", concluye el tenismesista con una mezcla rara entre portugués, español y algo de japonés.
El otro polo
Hoyama es el más experimentado, pero a unos dos metros, sentado y con la camiseta paraguaya está Rodolfo Real, un "pequeño" de catorce años que representa la juventud del torneo.
Es el cuarto jugador de los guaraníes en esta disciplina.
Pese a su edad ya tiene en su cuello varias medallas suramericanas que le suman respeto y experiencia.
"Aunque sé que no voy a jugar, esta participación me irá formando", precisa Real, con un tono de voz suave y muy característico de los paraguayos. Veteranía y juventud se mezclan en el tenis de mesa en torno a las bolas y las raquetas chicas.
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