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La cadencia de Pedro Páramo

  • Archivo Además de Pedro Páramo, Juan Rulfo escribió El llano en llamas, un texto de 17 cuentos breves entre los cuales se cuentan Nos han dado la tierra, Es que somos muy pobres, Macario, Luvina, Paso del norte y ¡Diles que no me maten!
    Archivo Además de Pedro Páramo, Juan Rulfo escribió El llano en llamas, un texto de 17 cuentos breves entre los cuales se cuentan Nos han dado la tierra, Es que somos muy pobres, Macario, Luvina, Paso del norte y ¡Diles que no me maten!
  • Archivo Juan Rulfo se destacó como fotógrafo. Imágenes como esta, encierran misterio y soledad. La gente de su tierra fue su inspiración.
    Archivo Juan Rulfo se destacó como fotógrafo. Imágenes como esta, encierran misterio y soledad. La gente de su tierra fue su inspiración.
  • Autor

Juan Revelo


 Profesión:
Periodista y escritor

Nacionalidad:
Colombiano


 Contexto
El autor mexicano Juan Rulfo escribió dos libros a lo largo de su vida. Dos libros (Pedro Páramo, novela, y El llano en llamas, colección de cuentos) que le sirvieron para pasar a la historia como el creador de una nueva narrativa en América Latina. Precisamente, Pedro Páramo cumple en este mes, 50 años de haber sido publicado. Muy a propósito, en este informe del escritor colombiano, radicado en México, Juan Revelo, se recuerda al autor de El gallo de oro (para cine) y Anacleto Morones (cuento), en lo que significa para las letras latinoamericanas. En Pedro Páramo el autor da ejemplo de brevedad, de rigor y expresividad. Una obra misteriosa que se desarrolla en Comala, una región que ya hace parte, como se ha dicho muchas veces, de la mitología literaria universal. Rulfo fue también un destacado fotógrafo. Sus imágenes impregnadas de soledad y silencio reflejan su mundo y el de los campesinos mexicanos. En sus fotografías -dejó más de seis mil negativos- están las palabras que nunca escribió. Juan Revelo fue alumno de Rulfo. Trabajó como asesor de la Unesco en París, Buenos Aires y México. Es autor de obras de ensayo, poesía y narrativa, entre ellas Los Ojos del Recuerdo, Nuevas Voces de fin de Siglo y El Baúl, novela próxima a publicarse. Colabora con varios periódicos y revistas, entre ellos El Excelsior, de México.
    Autor Juan Revelo Profesión: Periodista y escritor Nacionalidad: Colombiano Contexto El autor mexicano Juan Rulfo escribió dos libros a lo largo de su vida. Dos libros (Pedro Páramo, novela, y El llano en llamas, colección de cuentos) que le sirvieron para pasar a la historia como el creador de una nueva narrativa en América Latina. Precisamente, Pedro Páramo cumple en este mes, 50 años de haber sido publicado. Muy a propósito, en este informe del escritor colombiano, radicado en México, Juan Revelo, se recuerda al autor de El gallo de oro (para cine) y Anacleto Morones (cuento), en lo que significa para las letras latinoamericanas. En Pedro Páramo el autor da ejemplo de brevedad, de rigor y expresividad. Una obra misteriosa que se desarrolla en Comala, una región que ya hace parte, como se ha dicho muchas veces, de la mitología literaria universal. Rulfo fue también un destacado fotógrafo. Sus imágenes impregnadas de soledad y silencio reflejan su mundo y el de los campesinos mexicanos. En sus fotografías -dejó más de seis mil negativos- están las palabras que nunca escribió. Juan Revelo fue alumno de Rulfo. Trabajó como asesor de la Unesco en París, Buenos Aires y México. Es autor de obras de ensayo, poesía y narrativa, entre ellas Los Ojos del Recuerdo, Nuevas Voces de fin de Siglo y El Baúl, novela próxima a publicarse. Colabora con varios periódicos y revistas, entre ellos El Excelsior, de México.
01 de enero de 1900
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  • ?Es la más bella novela que se ha escrito en español?: García Márquez.
Mi primera impresión cuando vi a Juan Rulfo, en medio de una nube de humo de cigarrillo, fue la de estar frente a uno de los personajes de su extraordinaria novela, Pedro Páramo que fue publicada en marzo de 1955, exactamente hace cincuenta años. Me llamó la atención la inmensa tristeza que reflejaba su rostro y la intensidad de su mirada.

También me sorprendió que un escritor famoso, como él, con obras traducidas a más de quince idiomas, fuera una persona tan sencilla, algo tímida, sin ninguna arrogancia, como es común en algunos escritores latinoamericanos de menor rango.

Conocí a Juan Rulfo en Ciudad de México, en el verano de 1979, en la casa del director de la revista El Cuento, Edmundo Valadés, quien coordinaba en esa época un taller de narrativa. Yo le había sugerido a Valadés que invitara a algunos escritores, para que compartieran con nosotros sus experiencias literarias, y cuando supe que Rulfo había aceptado ir a la reunión, me llené de gran expectativa y entusiasmo.

Su novela Pedro Páramo y su colección de cuentos El llano en llamas, (únicas obras que escribió durante toda su vida), las había leído varias veces y siempre encontraba algo nuevo en ellas: su magistral forma de estructurar las historias, el excelente manejo del ritmo, la cadencia del tiempo, y la originalidad del lenguaje lleno de dramatismo, imágenes y metáforas.

?El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo. Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: ´Lo quiero por ti, pero lo odio por lo demás´. Pensé: No volverá nunca. No regresará jamás?.

Fue una reunión inolvidable, llena de anécdotas contadas por ese hombre frágil y sensible, maestro de la narrativa moderna universal, nacido el 16 de mayo de 1917, en plena Revolución Mexicana, en San Gabriel, una población del estado de Jalisco donde asesinaron a su padre cuando Rulfo tenía tan solo seis años. Sus recuerdos más hondos eran de ese tiempo, de su orfandad, de su temprana afición a la lectura, de la muerte de su madre cuatro años después, y de su reiterado dolor y desamparo.

Recordaba los años que vivió en el internado de Guadalajara y las vacaciones en Sayula y San Gabriel, donde pasaba horas enteras conversando con los campesinos, en quienes se inspiró para escribir sus dos obras maestras, ?revisadas y corregidas muchas veces, hasta quedar en lo esencial?, según lo subrayó Rulfo esa noche, a manera de recomendación literaria.

Una novela genial, pero incomprendida en su época
Pedro Páramo es una novela llena de misterio, tragedia, soledad y poesía, pero también de duro cuestionamiento al Estado y a los terratenientes que abusan de los campesinos pobres.

Cuando se publicó, algunos críticos no la entendieron ni en su aspecto literario ni en su mensaje social, y fueron muy duros con Rulfo, pero años después, cuando se tradujo al alemán y fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, con magníficos comentarios en los más prestigiosos periódicos y revistas de Alemania y Europa, entendieron su ceguera literaria.

La genialidad de Juan Rulfo, radica en haber encontrado una nueva forma de escribir: con un prodigioso manejo del lenguaje, una gran capacidad de evocación de paisajes, sueños y nostalgias, y con un estilo lleno de profundidad sicológica y realismo mágico, nunca antes utilizado por ningún novelista de habla española.

Gabriel García Márquez, con motivo del homenaje que se le rindió a Rulfo, al cumplirse 25 años de la publicación de Pedro Páramo, dijo que cuando leyó por primera vez esta novela en 1961 (recién llegado a México), sintió una gran conmoción y tuvo la certidumbre de que su grandeza radicaba en la transposición poética de la realidad.

?Pedro Páramo es la novela más bella que se ha escrito desde el nacimiento de la literatura en español?, comentó el Nobel colombiano, quien a pesar de no reconocer abiertamente la influencia de Rulfo en su obra, admite que al leerlo, encontró por fin el tono con el que debía escribir Cien años de soledad. Es indudable que la extraordinaria técnica narrativa de Rulfo influyó en García Márquez y eso se nota especialmente en el realismo mágico de Macondo, muy similar, aunque en otro contexto, al que se respira en Comala, de Pedro Páramo.
Un escritor fuera de serie que sólo escribió dos libros.

Juan Rulfo siempre dio, a quienes lo conocimos, la impresión de intemporalidad, de misterio, de introspección permanente y de profunda melancolía. Alguna vez, en las reuniones que tuvimos en el café ?El Ágora?, de la calle Barranca del Muerto, alguien le preguntó por qué no había vuelto a escribir. Él, encendiendo un cigarrillo y un tanto incomodo, dijo que esa era la pregunta que más le habían hecho en los últimos veinticinco años y que, en realidad, no sabía qué responder.

En ese momento nadie supo si esto que dijo, era verdad o no. Lo que ahora se comenta es que su prolongado silencio (desde 1955 hasta su muerte en 1986) se debió a dos motivos: primero, a que no tenía tiempo suficiente para escribir porque se vio forzado a trabajar en otras actividades, ya que los ingresos que recibía por la venta de sus libros no le alcanzaban para subsistir, y segundo, porque era un perfeccionista en el manejo del estilo y la palabra, y lo que escribió después de El llano en llamas y Pedro Páramo, no le pareció que fuera mejor que estas dos espléndidas obras.

Susan Sontag, recientemente fallecida, explicaba el silencio de Rulfo en una forma diferente. En su libro Estilos Radicales dice: ?Una de las claves por las que el artista se libera de la necesidad de practicar su vocación procede del hecho de observar a sus colegas y compararse con ellos. Sólo puede tomar una decisión ejemplar cuando ha demostrado que tiene genio y que lo ha sabido ejercer. Una vez que supera a sus camaradas, ya no tiene a dónde ir?.

Tal vez Sontag tenía razón, quizá Rulfo se dio cuenta de que no necesitaba ir más allá, que no necesitaba escribir nada más; que era preferible la calidad a la cantidad, la mesura estética, a la proliferación verbal. Y esto quedó demostrado con sus dos únicos libros, cortos en número de páginas pero magistrales en su riqueza literaria; leídos y estudiados en todos los continentes, con ediciones que ya superan el millón de ejemplares de cada libro, que lo consagran como el padre de la nueva narrativa latinoamericana, uno de los mejores escritores clásicos universales del siglo XX.

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