Para mantener el polo a tierra con el paisaje montañero y como la nostalgia entra por el buche, los antioqueños residentes en Bogotá nos la ingeniamos para reincidir en esa segunda trinidad bendita que cantó el "teólogo" de La Ceja: frisoles, mazamorra, arepa.
Procuramos colarnos a celebraciones como la versión rola de la Feria de las Flores y la Independencia de Antioquia.
En el recorderis de la Independencia, realizado el jueves 11, el sonsoneño gobernador Ramos, siguiendo un viejo ritual, les contó a sus paisanos en la Casa de Antioquia en qué se está gastando los centavos.
Con los ojos abiertos como un dos de oros y la mano en el corazón, los asistentes entonaron el himno de Epifanio. Casi levitan.
En estos aquelarres de toda la cayana, el exilio paisa se alivia de esa religión llamada saudade. Claro que cuando no hay convocatorias oficiales, dos paisas juntos hacen manifestación en cualquier parche.
Armado el combo, vendrá el croché: ¿seguís vivo?, ¿cuánto hace que no vas a Medellín?, vení, dejá, ¿todavía estás vigente?, ¿verdá?, ¿no cierto?
Estos encuentros titinísimos se aprovechan para actualizarse en la jerga maicera. Entonces se habla de petaconas pispas , alguien preguntará si todavía se juega pisingaña , o se come cofio, minisicuí y blanquiao. ¿Siguen vendiendo las encacorradoras colaciones de Támesis?
Habrá cambalache de recetas de cocina y chismografía privilegiada sobre la cosa política. Bienvenido el dato sobre restaurantes donde los frisoles, el sancocho, las albóndigas, el mondongo, la posta sudada, el muchacho relleno, quedan como preparados por la mamá. O la abuela.
Por el sonsonete, en un volión se identificará si equis entelerido nació en el Parque de Berrío, o lo sacaron con espejito de algún paisaje.
Al segundo aguardiente, un "indignado" recitará "Siquiera se murieron los abuelos". Al tercero, se dejará venir con la "Parábola del retorno". Al cuarto estará abrazando y besuqueando al anfitrión.
Y como una mentira piadosa no se le niega a nadie, con el maestro Héctor Ochoa se jactará de que "antioqueño es mi Dios".
A la hora de tomarse el del estribo, desde su condición de miti-miti, mitad antioqueño, mitad bogotano, preguntará al interlocutor cuándo y cómo llegaste a "esta plaza de Bogotá".
No importa que en la capital del frío acuñaran hace años un dicho maluco para bajarnos la caña: "Antioqueño ni grande ni pequeño.
De paso felicitará a la ciudad de Don Gonzalo por su cumpleaños 473. Y le agradecerá haberle permitido levantar pa la yuca.
¡Fueeeera de programa! : Por estos días, 'Bolillo' Gómez anda de boca en boca. Si me lo encuentro en la inauguración de una radiola o en la corrida de un catre le diría: "Bien por renunciar. Hay que tener palabra de gallero. Sin fútbol también hay paraíso. Aprovechá la coyuntura para reinventarte, volver a los tuyos, a lo esencial. Fama, billete y goles, pueden esperar".
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