Las 30 mil armas blancas que decomisadas por la Policía, más las entregadas voluntariamente por los combos de la ciudad ahora son obras de arte.
El mentor de la idea fue el artista Leobardo Pérez y su impulsor, el coronel Ómar Eduardo Rojas, comandante de la Policía Comunitaria.
Aquellas navajas, cuchillos, latas y "patecabras" utilizadas para defenderse o para atacar, terminaron ensambladas en los moldes de aquellos que antes las poseían o que fueron afectados por ellas.
"Lo más interesante es el proceso cuando las personas voluntariamente entregan las armas. Los que una vez hicieron daño cambian su vida y sus armas se convierten en arte", dice Leobardo Pérez.
A su taller de Copacabana invita a las personas de las comunidades donde las bandas han entregado sus "garfios" y moldea con yeso sus figuras. La de una ama de casa, la de un joven que antes integró una banda, la de una anciano.
"Después, con soldadura, ensamblo las navajas y todas unidas conforman una parte del cuerpo", comenta el artista.
Cada pieza tiene una historia. Algunas con las manos que las empuñaron, otras con los hechos de dolor y de sangre que se cometieron.
"Ahí está su valor. Las obras las pondremos de cara a la comunidad para que las toquen, las sientan, y vean que su destino no es la muerte sino la vida, el arte", sostiene el coronel Rojas.
El próximo miércoles, la obra Armas para inmortalizar , será expuesta en el Museo de Antioquia. Para agosto de 2011, Leobardo Pérez espera terminarla para poderla exhibir en los diferentes barrios y parques de Medellín.
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